Noche sin paz

Crítica de Matías Lértora - Cines Argentinos

Que fiesta espectacular que es esta película, no esperaba pasarla tan bien y reírme tanto.
¿Es estúpida? Por completo. ¿Eso la hace menos genial? Para nada.
La idea de convertir a una reunión navideña que transcurre en una mansión y que todo
emule al mismísimo Nakatomi Plaza y que Papá Noel sea John McClane, me pareció
formidable.
Además del genial homenaje que le hicieron a Mi pobre angelito (1990).
No esperes solemnidad alguna, no esperes lógica. Aquí vas a ver a Papá Noel matando
(masacrando) con un martillo a decenas de personas.
Hay una backstory que justifica el por qué Santa Claus puede hacer eso y tiene su
ingenio, pero poco importa.
Como también poco importan los conflictos de la familia millonaria (en la mayoría un
cast que no está a la altura del código).
Los espectadores vamos detrás de David Harbour a toda risa y también es un placer
reencontrarse con John Leguizamo como antagonista.
Mención especial para la pequeña Leah Brady, digna sucesora de Macaulay Culkin.
El director noruego Tommy Wirkola (Hansel y Gretel: Cazadores de brujas, 2013) nos
mete en un frenesí bárbaro, dándonos una de las mejores películas navideñas de los
últimos años.