No toques dos veces

Crítica de Fernando Sandro - El Espectador Avezado

Directo desde Inglaterra, No toques dos veces es un producto que intenta mezclar el terror con el drama; pero sus bajos estándares no permiten que levante demasiado vuelo. El cine de terror ha sido siempre un exitoso modo de “tapar baches” dentro de la cartelera.
Parece no importar la distancia entre su estreno original y el local, la calidad del producto, o el destino con el que fue pensada. Probaron repetidas veces rendir como mínimo moderadamente bien en nuestras salas, más de una vez relegando a títulos locales más promisorios.
Repetidas veces, como las veces que hay que golpear la puerta en No toques dos veces, otro de esos títulos que no justifican del todo con su resultado el arribo en nuestras pantallas.
Dirigida por Caradog James (¿?), No toques dos veces no es necesariamente un mal film. Es una película que en la mayor parte del mundo se estrenó a principios de año directo a video hogareño o en plataformas online On demand, y ese detalle se nota a la hora de hacer un análisis, aunque sea superficial.
Katee Sackhoff – cara recurrente en roles secundarios del género, por ejemplo, como la madre de Oculus, una de las víctimas en Halloween Resurección, o en la TV dentro de Battlestar Galactica – es Jess, una madre que intenta reconectar con su hija a la que abandonó hace muchos años siendo una criatura, haciendo que esta se criara en un orfanato y en varios hogares sustitutos.
Chloe (Lucy Boynton, de Sing Street) no está del todo feliz con este lazo que su madre biológica quiere reconstruir después de tantos años, reclamando su custodia y llevándola a vivir con ella. Obviamente, la relación entre ellas no es la mejor, y los intentos de Jess por crear un vínculo rebotan uno tras otro ante la irascible Chloe.
Claro, nos vendieron una película de terror, entonces tenemos que hay una leyenda entre los amigos del orfanato de Chloe que habla de una casa abandonada, y de una ¿bruja?, Mary Aminov, Que habita dentro de ella, y que sí, adivinaron, se hace presente cuando tocan dos veces a la puerta.
El mito cuenta que la bruja se cobró la vida de uno de los chicos hace muchos años, que desapareció y nunca más se lo vio. Se inventaron todo tipo de excusas para justificar esa ausencia, pero Chloe y los suyos conocen la leyenda ¿y qué pueden hacer si no probar por ellos mismos si es real?
Porque sí, Chole y su novio Danny se meten con Aminov, que atrapa a Danny, y perseguirá a Chloe aun cuando esta cree haberse librado. Sí, No toques a la puerta no reboza en originalidad. Todo es una excusa para repasar clichés de una madre que deberá resurgir de sus errores para salvar a su hija del mal que la acosa.
En el mientras tanto, vamos repasando ítems conocidos como el hecho de que su pareja (que no está muy feliz con la llegada de Chloe) justo tenga que irse de viaje y deje a las dos mujeres solas; que Jess sea escultora y tenga como modelo a una mujer que presiente la oscuridad; que aparezca un detective y los responsables del orfanato sospechando de Jess y que esta tenga que averiguar la historia detrás de Mary; etcétera y etcétera.
Podríamos decir que el cine inglés, a diferencia de Hollywood, tiene una tradición más cercana al drama con elementos sobrenaturales que van creciendo (como la reciente y más lograda A Dark Song) que al puro ritmo frenético de montaje.
No toques dos veces responde a esto. En gran parte se enfoca en los intentos de conexión entre Jess y Chloe, y el elemento sobrenatural actúa como una metáfora, algo obvia, de las dificultades que deberán atravesar.
El problema es que el guion no genera gran emoción, por lo que el drama impuesto nunca levanta demasiado vuelo, todo puede adivinarse aun antes de ver la película con tan solo revisar su premisa.
En cuanto al terror, es escaso, hay algunos golpes de efecto, aquí y allá, algunos ruidos aturdidores, y se busca alcanzar un climax que sí, llega, y hace que lo visto hasta entonces repunte algo. Sackford tiene experiencia en el género y acá la vamos a ver sufriendo, mucho, pero aunque no tiene mucho con lo que trabajar, pero convence dentro de la propuesta.
No esperen grandes efectos, ni enormes momentos de suspenso, No toques dos veces es una propuesta consciente de ser barata, de haber sido creada para un ámbito hogareño; que entretiene el rato que se la ve, pero deja gusto a poco, aún más habiendo pagado la entrada a una sala.