No te preocupes, no irá lejos

Crítica de Rodolfo Bella - La Capital

Desmesurado, incorrecto, con un humor negrísimo. Así era el trabajo de John Callahan, el artista al cual el director Gus Van Sant dedicó su último filme. El realizador de “Todo por un sueño”, “Mi mundo privado” y “En busca del destino” vuelve a concentrarse en una historia con perfiles ásperos, pero atravesada por la singular vulnerabilidad de quienes no tienen nada que perder. En este caso se trata de Callahan, el dibujante que a los 21 años ya era alcohólico y que tras sufrir un accidente que lo dejó cuadripléjico dio un vuelco a su vida y se transformó en uno de los humoristas gráficos más polémicos de su época.
   Aún hoy las viñetas de Callahan desafían la corrección política. El dibujante, que quedó confinado a una silla de ruedas después de su accidente, no buscó la compasión. En sus trabajos se reía de casi todos los tipos de discapacidades, conflictos y temas -ciegos, mutilados, suicidas, el feminismo- y sobre todo de él mismo y de su situación. De hecho, el título de la película fue tomado de una caricatura suya en la que se ve una silla de ruedas vacía y tres policías que dicen “No se preocupen, no irá lejos a pie”.
   Van Sant, en sintonía con el carácter del personaje que retrata, apuesta a apelar a la ironía y mostrar a un hombre que a pesar de todo decide cambiar su vida.