No te preocupes cariño

Crítica de Jose Luis De Lorenzo - A Sala Llena

PREOCÚPATE, CARIÑO

Hará cosa de unos diez años atrás verifiqué una regla que rara vez falla: persona que se te acerca saludando con un “¿Qué hacés, querido?” a la larga resulta ser un potencial garca y, si a posteriori le añade una palmada a tu hombro, dicho potencial se convierte en certeza.

En las semanas que pasaron, específicamente tras el estreno en el Festival de Cine de Venecia, el film No te preocupes cariño se vio envuelto en una polémica externa a su contenido, planteos sobre temas que traían envueltas situaciones entre su directora, un actor del que no se termina de entender si fue echado o no por malas conductas y que sumado a otros chismes extras resultaron por captar la atención de ese nicho constituido por aquellos que siguen alguna cobertura de festivales de cine. La película poco importó, no se habló ni escribió demasiado sobre ella. Solo salió a flote el gossip. A su vez, si esto consistió en una mera operación publicitaria, queda en cada uno decidir al respecto.

Olivia Wilde es la actriz convertida en directora que nos regaló una de las películas más divertidas de 2019: Booksmart. Pero aquí la tenemos con una segunda oportunidad tras las cámaras que realmente desaprovechó. La temática de No te preocupes cariño frente a Booksmart es completamente distinta como así su género, aunque comparten tener como protagonista principal a una figura femenina. Una es una comedia exacerbada, frente a thriller dramático que termina convirtiéndose en cierta manera en una comedia también; no por nada está guionada por los nietos de Dick Van Dyke: Carey y Shane.

No te preocupes…es un film engañoso, pero de esos en los que ya sospechamos desde el minuto inicial de metraje. La puesta en escena intencionadamente cursi, comienza mostrándonos un barrio cerrado en el que la comunidad parece salida de Pleasantville, Wandavision, The Stepford Wives o una soap opera ficticia como también resultaban ser esos comerciales de ventas para las amas de casa de los años 50. En ella Florence Pugh y Harry Styles constituyen un matrimonio feliz que representa un engendro de todo lo que una relación entre dos personas no es. Él tiene un trabajo prometedor, sale en su auto por las mañanas al igual que sus vecinos, mismo horario y en caravana. Ella se dedica a las tareas domésticas, alguna salida entre vecinas, tomar sol y el té. Se suma al elenco la propia Wilde como la vecina con dos hijos y, entre la comunidad, una amalgama de colores y etnias como las que representan en un muestrario de elección de colores en una pinturería.

Cuando comienzan a aparecer destellos de que algo no está bien, resulta ser Florence Pugh quien se carga al hombro la película. Es únicamente ella el tour de force que hace que un film como No te preocupes…funcione y no caiga en la ridiculización. Danza, corre, grita, sufre, actúa.

Los minutos siguientes, develado un misterio vinculado a la presencia del CEO de la comunidad (Chris Pine), no constituyen más que una crítica social y feminista; en resumen: “la mujer es de armas tomar”. Las mujeres en el film son consideradas objetos por el hombre blanco malo en conjunto con otros. Se da paso al fantástico de una manera simplona y un tanto impuesta. Harry Styles, pobre, está de decorado. Es el marido cariñoso y trabajador, sensible, que quiere reparar el daño ocasionado.

Así como el “¿Qué hacés, querido?”, el “No te preocupes cariño”, viene a denotar que evidentemente existe algo por lo que realmente deberíamos empezar a preocuparnos.