No soy tu mami

Crítica de Javier Mattio - La Voz del Interior

La comedia es un género misterioso como la concepción: dedicarse a ella supone una elección tan riesgosa y decisiva como la de tener hijos. Las medias tintas no valen para sus complejos engranajes, y por eso la confusa y difuminada protagonista de No soy tu mami sucumbe junto a un filme que no alumbra ni se reconoce rebelde: más bien adopta gestos arbitrarios de aquí y allá, como un nervioso experimento de probeta.

Paula (Julieta Díaz) es una redactora de revista de tendencias que se larga a defender las incorrectas bondades de la soltería femenina con el seudónimo Juana de Arco en una columna llamada “Razones para no ser madre”, y que para sorpresa de ella y su medio en crisis es un instantáneo éxito.

Mientras mantiene una descomprometida relación con un amante (Sebastián Wainraich, que nunca deja de ser un holograma instrumental), Paula conoce a Rafael (Pablo Echarri), recién mudado vecino del departamento de al lado que es padre recientemente separado. Con la asistencia cómplice de un par de personajes secundarios ambos cruzan medianeras y la intransigencia independiente de Paula entra en conflicto.

Pero es un decir, porque el problema de la cinta de Marcos Carnevale es que justamente carece de conflicto: la osadía inicial de Paula (que esgrime que Hitler y Trump también fueron bebés) se disipa apenas la película arranca y sólo permanece vigente en palabras de otros o en citas a sus textos.

Ella se limita a sentar posición frente a un par de madres ortodoxas (con las que probará tener bastante en común), pero por lo demás se corre hacia una dócil amabilidad, al monólogo dramático (y lloroso), a la ternura de música de fondo compartida con Rocío (Sofía Orel Vladimirsky), hija pequeña de Rafael, y a las instancias románticas con su pareja de condominio.

Más aún, No soy tu mami presenta una fachada contemporánea en su sociología posmoderna y #MeToo, fotografía publicitaria, términos (yuppie, hipster, aliento “walking dead”) e íconos conectivos en pantalla, pero con el correr de las escenas revela un cuerpo picaresco, costumbrista, de telenovela con moraleja. Por eso no es raro que esté más cerca de un cuento de hadas de Disney que de logros aggiornados como Re loca.

Proyección errática de la provocación que pudo ser (visible en el efectivo gag de un payaso stripper que genera escándalo en un cumpleaños de niños), No soy tu mami es extrañamente autoconsciente de su cualidad vacía e intercambiable: “Esos textos no son de Paula”, dice el personaje de Wainraich en un momento. Julieta Díaz es la auténtica Juana de Arco del filme, que se sacrifica por un universo conservador que reprime su gran talento.