No renuncio!

Crítica de Carolina Taffoni - La Capital

El empleado eterno

Checco Zalone es un cuarentón que lleva una vida muy cómoda y feliz como empleado público. Vive en la casa de sus padres...

Checco Zalone es un cuarentón que lleva una vida muy cómoda y feliz como empleado público. Vive en la casa de sus padres, su madre lo atiende como a un rey, tiene una novia que lo consiente, y su único trabajo es sellar autorizaciones en una pequeña oficina municipal de Caza y Pesca. Pero todo cambia cuando el gobierno impone una reforma laboral y decide reubicar a algunos empleados. Soltero y sin familia, a Checco se le viene encima el traslado: puede ser a un lugar remoto (hasta una base polar), pero a él no le importa, resiste a todas las presiones y no renuncia, rechaza miles de euros del retiro voluntario porque su cultura y su educación siempre le indican que el "puesto fijo es sagrado". "No renuncio", que batió récords de taquilla en Italia, está protagonizada por Checco Zalone (sí, mantiene su nombre en el personaje), un cómico y animador de televisión muy popular en su país. La película trata de recuperar el espíritu de la commedia all'italiana, y en algunos pasajes lo consigue, pero en general se queda corta porque le falta irreverencia y filo, y por otro lado le sobran gags más pensados para un formato televisivo. La comedia arranca con un tono satírico sobre el mandato social del empleado público que es hilarante (el niño que sueña con el "puesto fijo" en la Municipalidad, todo un "privilegio"), pero lentamente va perdiendo este tono cuando al protagonista lo trasladan a distintas partes de Italia y del mundo, y allí comienzan a desfilar distintas facetas de la "italianidad al palo" (el tano como gritón, maleducado, etc), que están subrayadas con un humor tan obvio que se vuelve grotesco. También es llamativo que la película se burle de la corrección política y sobre el final se vuelva políticamente correcta y complaciente.