No odiarás

Crítica de Juan Pablo Cinelli - Página 12

"No odiarás": experimento social.

Enrolada dentro del hipotético género del “drama social con dilema ético incluido y resurgimiento de los movimientos neofascistas de fondo” (rótulo un poco largo, pero bastante preciso), No odiarás propone un tour de force en el que un punto de quiebre obliga al protagonista a tomar una decisión crucial, a equivocarse de medio a medio y a replantearse su forma de habitar el mundo en busca de enmendar su error. Ese protagonista es un cirujano cincuentón que transita por la vida con la comodidad que le brinda el aséptico encanto de la burguesía. Solo, con un departamento demasiado grande y un trabajo tan bueno como rutinario, Simone (Alessandro Gassmann, hijo del gran Vittorio) sale varias veces por semana a remar por un arroyo cercano. Una de esas mañanas es testigo de un accidente de tránsito en el que un automóvil embiste a otro y se da a la fuga. Cuando intenta asistir al chofer herido del otro vehículo, que ha quedado herido de gravedad, descubre que lleva tatuados sobre su piel distintos símbolos nazis y decide no intervenir, yendo en contra del juramento hipocrático que rige la profesión médica.

La película tarda menos de tres minutos en descalabrarle la vida al protagonista y se toma los 90 restantes para colocarlo en situaciones cada vez más complejas, que él mismo va generando. Casi como si se tratara de un experimento social de diseño, No odiarás hace que distintos elementos esenciales de la identidad del personaje entren en colisión, para hacer posible que de ese choque surja el drama. Porque por un lado Simone es un hijo del Holocausto, descendiente directo de un sobreviviente de los campos de concentración. Ese hecho permite que, en un momento de gran estrés, el trauma familiar reencarne en él, haciendo que en la lucha interior el resentimiento e incluso el miedo se impongan a la razón y la empatía. Pero también se trata de un típico exponente de la cultura judeocristiana y la culpa por el daño causado terminará por aflorar cuando se entere que el hombre al que dejó morir tenía tres hijos, dos de ellos aún bajo su cuidado.

De ahí a que Simone se obsesione con el destino de esas tres personas a las que les quitó la posibilidad de un padre hay otros cinco minutos. De ese modo, sin que los hermanos sepan quién es él, contrata a la mayor como empleada doméstica, pero pronto comienza a ser acosado por el del medio, un adolescente que sigue los pasos de su padre y forma parte de una organización neonazi. No odiarás se convierte así en el registro de los diferentes ejercicios de reflexión que el personaje debe realizar para entender su propio odio y enmendar el daño también irreparable que ese sentimiento desatado lo llevó a causar. La película logra no ser demasiado obvia desde lo discursivo y, de hecho, buena parte de los momentos cruciales que enfrenta Simone los atraviesa en un elocuente silencio. Aun así, el guión no puede evitar algunos excesos alegóricos en el camino del protagonista hacia una posible redención.