No odiarás

Crítica de Gustavo Castagna - A Sala Llena

DEL ODIO AL PERDÓN

Suerte de fábula moral matizada con su correspondiente lectura política coyuntural, el primer largo para cine de Mauro Mancini descansa en aquello tan re-conocido de “film con temática importante” Efectivamente, No odiarás presenta a Simone (Alessandro Gassman, hijo del signore Vittorio), un cirujano que carga con el pasado de su padre que sobrevivió en un campo de concentración y que, en plena faena deportiva y de descanso, se alerta por un accidente de tránsito y descubre que un herido exhibe tatuajes en su cuerpo relacionados a la prédica nazi. De allí surgirá su decisión de abandonar ese cuerpo y dejarlo morir pero, al poco tiempo, arremete la culpa en él, motivo por el que investigará y descubrirá a la familia del muerto: justamente él, hijo de un sobreviviente del Holocausto escarbando en las vidas de tres personas, los tres hijos de aquel sujeto tatuado con svásticas varias.

No odiarás es eso, desde su entramado argumental: una película sobre la responsabilidad y la culpa, la hipótesis de redención del personaje central, el perdón rondando por la cómoda vida burguesa (y solitaria) del experto y rutinario cirujano, la descripción de las vidas de los tres hijos del muerto en el accidente de tránsito, la confrontación ideológica entre dos mundos contrastantes, la lectura actual a la que se anima una película al referirse a grupos nazifascistas que representan parte de la Europa contemporánea.

En ese punto, la forma que en Mancini ausculta la psicología de los tres hermanos tiene sus virtudes y defectos en cuanto a decisiones de puesta en escena y tipologías de personajes. Por un lado, la inocencia del hermano menor, puente entre sus mayores. En segunda instancia, el violento Marcello (Luka Zunic), exhibido en la película sin demasiados matices desde su repudiable ideología. Sin embargo, la hermana del trío, la bella Marica (Sara Serraioco), será el puente entre ese hogar ahora sin padre y la vida del cirujano, quien contrata a la joven como empleada doméstica. En esa cálida y problemática relación la película encuentro su zona de interés: una relación donde ella desconoce el motivo por el que está trabajando con ese personaje que dejó morir a su padre.

No odiarás transcurre placenteramente dentro de un territorio reconocible que en alguna ocasión se excede en símbolos y metáforas. Sin embargo, su gravedad y solemnidad expositiva (en este punto el hieratismo de Gassmann Jr. refuerza esta tesitura) no incomodan demasiado, en tanto, su propósito argumental se inclina únicamente a contar una (buena) historia sin recurrir a la trascendencia y al formulario habitual en esta clase “de relatos importantes sobre la condición humana”