No miren arriba

Crítica de Rodolfo Bella - La Capital

Una metáfora irónica sobre una sociedad desorientada

“No mires arriba” es una sátira, pero también la metáfora de una sociedad grotescamente desorientada. Ese es el punto de partida para abordar esta película protagonizada por algunas de las estrellas más reconocidas del cine estadounidense y europeo. Y es una sátira sobre un tema bastante trillado como las catástrofes que pueden acabar con la vida en la Tierra. Sin embargo, uno de los aciertos de esta película de Adam McKay es que cada tema que aborda está desfasado de la realidad en el punto justo para dejarle espacio a la ironía, un humor que se va haciendo cada vez más oscuro a medida que avanza el filme.

  Tal como lo hizo en trabajos anteriores -”El periodista: La leyenda de Ron Burgundy”, disponible en Netflix, y su continuación “Los amos de la noticia” o “El vicepresidente”, sobre cómo Dick Cheney se transformó en uno de los hombres más poderosos del mundo durante el mandato de George Bush, a McKay le gusta hurgar en el poder de los medios y la política. En “No mires arriba” también enfoca su crítica burlona sobre las redes sociales y la banalización que impone la inmediatez, la carrera por los likes y el impacto de una información crucial: el fin del mundo.

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Jennifer Lawrence interpreta a Kate Dibiasky, una estudiante de posgrado de Astronomía, y Leonardo DiCaprio a su profesor, Randall Mindy. Cuando Kate descubre que un asteroide del tamaño del Himalaya impactará contra la Tierra en apenas seis meses, ella y Randall comienzan una cruzada para alertar a Orlean, la impopular presidenta de Estados Unidos interpretada por Meryl Streep, del inminente desastre que acabaría con la vida en la Tierra. El verbo en potencial -en el caso del filme se traduce en un ínfimo porcentaje en el margen de error de los cálculos- le permite a Orlean minimizar la noticia porque ella está demasiado ocupada en que su examante y exactor porno se transforme en miembro de la Corte Suprema de Justicia.

Sin embargo, cuando el equipo de especialistas del gobierno comprueban que los cálculos de Mindy son correctos, ve una oportunidad para revertir su mala imagen transformándose en la salvadora del mundo, siempre acompañada por Jason, su pusilánime y arrogante hijo y Ministro de Gobierno interpretado por Jonah Hill. Pero todo se complica cuando uno de los líderes de la tecnología descubre que el asteroide es una potencial mina de oro con metales y minerales preciosos por un valor incalculable, por lo cual hace abortar la primera misión oficial para destruirlo y decide enviar su propia misión para fragmentarlo con la esperanza de que los restos caigan en el océano y sean recuperados para su posterior utilización.

Mientras tanto, los dos científicos al ver las contradicciones y desinterés inicial de la presidenta, consiguen que los inviten a uno de los programas más populares del país que tiene como conductores a Bree Evantee (Cate Blanchett) y Jack Bremmer (Tyler Perry). Blanchett interpreta a una presentadora de televisión encantadora, elegante e ingeniosa que junto a su colega comentan noticias sobre celebridades. Cuando Kate y Mindy llegan al estudio de televisión para informarle a los millones de televidentes del peligro inminente acompañan con bromas o gesto circunspecto. En el medio los usuarios de redes sociales hacen su trabajo: lanzan opiniones y noticias falsas, hacen bromas y memes. Conclusión: nadie parece tomar seriamente el fin del mundo.

El conflicto central de “No mires arriba” -el peligro de la colisión de un objeto estelar contra la Tierra- no es algo improbable. Tampoco lo son la corrupción, la impericia, la irresponsabilidad de los líderes, la estupidez y la codicia de hombres o mujeres. McKay hace digeribles todas esas cuestiones que parecen ajenas y lejanas, pero que cada una a su manera y en su medida, pueden ser catástrofes cotidianas que tarde o temprano pagan solo las víctimas mientras los victimarios quedan impunes. Una metáfora de la realidad