No me mates

Crítica de Sergio Del Zotto - Visión del cine

No me mates, nuevo opus del realizador Gabriel Arbós.
En agosto del 2010, Javier Weber, disfrazado con peluca, impermeable, gorro y bastón, simulando ser un anciano, espero en la puerta del colegio donde Corina Fernández, su ex mujer, acababa de dejar a sus hijos. Le apoyó un revolver en el pecho y le dijo: “Te dije que te iba a matar, hija de puta”. Disparó y milagrosamente Corina sobrevivió, aunque dos balas impactaron en el tórax y un tercer proyectil, en el abdomen. Dos de ellas, aún siguen dentro de su cuerpo. Javier fue condenado a 21 años de prisión y el caso fue el primero que uso en una sentencia la figura de “tentativa de femicidio”.

Gabriel Arbós, realizador de Carlos Monzón, el segundo juicio, estructura su relato en base a un extenso reportaje a Corina Fernández, con el intercalado de escenas dramatizadas por Ana Celentano y Alejo García Pintos, a veces con la intervención de la propia Corina.

Es cuestionable el formato elegido, ya que el documental no llega a mezclar realidad y ficción, sino que lo hecho por los actores es casi una mera ilustración de lo dicho. Y es ahí donde estas dramatizaciones y la puesta en escena de las mismas, no alcanzan un vuelo cinematográfico y se acercan más a un formato televisivo, restandole fuerzas. Aunque el hecho real conmociona lo suficiente como para ocupar por si sólo una película. Sobre todo cuando hace hincapié en la reiteración de las denuncias de la violación de acercamiento del marido hacia Corina, que había efectuado 80 declaraciones sumadas a la causa, sin que los jueces prestaran atención, antes de atacarla con el arma de fuego.

El valor de No me mates está puesto en encender luces de alerta en aquellas relaciones donde los celos enfermizos y la desvalorización de la mujer son una moneda constante. Y en denunciar un estado de la justicia que llega cuando ya es tarde. Sirve como testimonio y como divulgación a hacer visible “Ni una menos” y crear conciencia sobre el alarmante crecimiento del femicidio. Y para todo esto, cualquier aporte, independientemente de la calidad creativa, suma.