No llores por mí, Inglaterra

Crítica de Luciano Mezher - Visión del cine

Néstor Montalbano (Soy tu aventura, Pájaros volando, Por un puñado de pelos) presenta su nueva película No llores por mí, Inglaterra, una reinterpretación de las invasiones inglesas junto a la llegada del fútbol en la Argentina.
Es 1806 y los ingleses invaden la ciudad de Buenos Aires bajo el mando del general Beresford (Mike Amigorena). Él espera un refuerzo de sus tropas para los próximos meses pero para mantener a los criollos entretenidos les presenta un nuevo juego: el fútbol.

Manolete (Gonzalo Heredia) es un empresario de espectáculos y ve en el fútbol un nuevo negocio. Con esto en mente organiza el primer partido entre dos barrios enfrentados Embocadura y La Rivera. A pesar de los conflictos, Beresford necesita que el deporte continúe entreteniendo a las masas y entonces le pide a Manolete que organice un partido entre los criollos y los ingleses. Todo sucede mientras el ejército de Liniers viene de Montevideo para quitarle el poder a los británicos.

No llores por mí, Inglaterra no es sólo una reinterpretación de las invasiones inglesas, también pone de relieve lo significativo que es el fútbol para los argentinos. No sólo en 1800 sino en la actualidad. La política del “pan y circo” data de la época romana: a los pobres les daban entretenimiento para distraerlos de hechos controversiales.

De todas maneras el fútbol trasciende esa estrategia militar o política y se transforma en la pasión que es hoy en día. Montalbano satiriza ambos conceptos con el humor al cual ya nos tiene acostumbrados en sus películas previas. Diego Capusotto arma un personaje muy similar a los de sus sketchs en televisión y ofrece un humor que no sorprende pero que es efectivo. El resto de los actores manejan muy bien a sus personajes caracterizados con el tono de la época. Se destaca la relación madre e hijo entre Mike Amigorena y Mirta Busnelli afianzada con un lenguaje que hace uso del “spanglish”.

Desde el punto de vista técnico estamos ante una gran producción argentina, no sólo por los actores convocados sino también porque desde el vestuario hasta los escenarios todo remite a la época. Los efectos digitales y las pantallas verdes son casi invisibles y tanto los partidos como las batallas están muy bien recreados.