No llores por mí, Inglaterra

Crítica de Emilio Guazzaroni - Cinergia

Una sátira histórica

Una nueva comedia por parte del director argentino Néstor Montalbano (Pájaros volando) llega a los cines argentinos. La misma se centra en 1806 y narra la historia de cómo llegó el fútbol a Argentina. Como un deporte creado por ingleses se convirtió en una pasión nacional.

Desde el minuto uno la película se centra en el humor, dejando de tomarse seria así misma para que el espectador tenga la misma racción y simplemente disfrute de lo que ve en pantalla. Con analogías entre Boca – River (por los barrios de las calles porteñas y los colores en su camiseta) y Argentina – Inglaterra (sobretodo haciendo referencia al Mundial donde Maradona mete el gol con la mano y la mágica jugada siendo recordado como uno de los mejores goles de la historia). También hay personajes que a través de otro nombre se pueden diferenciar, como Messi (“pulguita” en la película).

La historia se centra en Manolete (Gonzalo Heredia), una persona con ambiciones económicas que está en pareja con Aurora (Laura Fidalgo). A partir de la llegada de los ingleses, el hombre al mando es Beresford (Mike Amigorena). Un fanático del fútbol que intenta inculcarlo en la cultura para distraer al pueblo invadido. El guion está bien dividido en actos, se llega a un climax a través del buen desarrollo.

Las actuaciones de Capusotto -como director técnico-, Mike Amigorena y Mirta Busnelli -como la madre de Beresford– se llevan los aplausos. También se hacen muy divertidas las apariciones de Matías Martin, Fernando Cavenaghi y José Chatruk porque hacen un excelente trabajo a pesar de no ser actores. Luciano Cáceres, Roberto Carnaghi y Esteban Menis se lucen siendo personajes secundarios.

Si bien es un humor absurdo, por el CGI utilizado para varias escenas y con algunos problemas de guión cuando no encuentra el chiste adecuado, el film no se cree más de lo que es. Una comedia para toda la familia, con buena química actoral, donde predomina el sentimiento argentino.