No existen treinta y seis maneras de mostrar cómo un hombre se sube a un caballo

Crítica de Gabriel Piquet - Funcinema

DE UN CINÉFILO PARA TODO EL MUNDO

A través de diferentes fragmentos de películas del director Raoul Walsh, en No existen treinta y seis maneras de mostrar cómo un hombre se sube a un caballo conocemos su forma de mostrar no solo lo que dice el título, sino cómo ingresa un hombre a una habitación. Nicolás Zukerfeld tiene pasión por el cine clásico y en este caso concreto admiración por el cine de Walsh.

El documental de Zukerfeld es cautivante, no solo por el montaje laborioso que muestra en el Capítulo 1, sino también por la investigación de tipo procedural que realiza en el Capítulo 2 para encontrar una supuesta frase que cita el director Edgardo Cozarinsky. Hay un trabajo de investigación y visionado muy completo teniendo en cuenta que la filmografía de Walsh no se consigue fácilmente. Su obsesión por descubrir si la frase citada existió, tiene momentos que van llevando la historia de la sorpresa al humor.

Resulta increíble que toda la primera parte de la película tenga un montaje frenético y se logre crear casi un film con varios fragmentos del realizador norteamericano, para luego pasar a una pantalla negra en la que se pegan textos de diferentes fuentes, manteniendo la misma intensidad. No existen treinta y seis maneras de mostrar cómo un hombre se sube a un caballo es una película hecha por cinéfilos, pero no impide que la vea gente que no conoce nada del realizador al cual se homenajea. Al terminar, me quedan ganas de ver todo lo que me falta de la filmografía de Walsh, aunque no sean 36 sino solo una forma de mostrar caballos y hombres.