NK

Crítica de Jorge Luis Fernández - Revista Veintitrés

El modelo según Caetano

Compuesta exclusivamente por material de archivo, y a punto de haber corrido la misma suerte, la película de Adrián Caetano sobre Néstor Kirchner es un despliegue contra el artificio biográfico. El director de Pizza, birra, faso optó por dejar al hombre solo y que lo juzguen a través de sus actos.
Pero el modo en que Caetano construye su relato no es, desde luego, neutral; su mensaje no sólo puede leerse en la selección y compaginación de material televisivo (que intercala filmaciones personales de los Kirchner y fotos de desaparecidos, durante el momento más emotivo de la película), sino también en una segunda lectura, más sutil, relativa al tono del enunciado. En las instancias en que Kirchner habla ante el FMI, presentado por una empleada que parece no tener idea acerca de la Argentina (y algo descolocada por el nombre germano de su mandatario), o durante su ponencia en las sesiones del Congreso por la reforma de 1994, expresando desilusión hacia Raúl Alfonsín e interrumpido con fastidio por el ex senador Eduardo Menem, Kirchner es un David que no recula ante Goliats ni vacas sagradas. Después, en el fragor de la batalla, Caetano desenvaina su artillería: rezongos rurales en off para derramar hectolitros de leche, suspense hitchcockiano ante el voto no positivo, un llamado al apocalipsis ahora y luego los campos en llamas, el páramo del Perito Moreno tras los títulos. NK es una película icónica; un patchwork alocado pero original, con atisbos de experimento para desligar al autor de una postura testimonial e incluso, si se mira la letra chica, para expresar sus reparos.