NK

Crítica de Gregorio Alabares - CineFreaks

Entre Adrián Caetano y Julián Assange

Cuando el reconocido director Adrián Caetano – quien había recibido el pedido de un film por encargo sobre el ex presidente Néstor Kirchner – devolvió el footage ya filmado a sus productores, la controversia y las especulaciones no tardaron en desatarse. Esto sucedía en enero de 2012.

Supuestamente, NK, la biopic/homenaje de Caetano, fue retornada a sus productores-militantes – el diputado oficialista Fernando “Chino” Navarro y el publicista Jorge “Topo” Devoto – por razones nunca reconocidas públicamente, pero era fácil especular que lo filmado había provocado objeciones, e incluso el pedido de modificaciones, que el director no estuvo dispuesto a aceptar.

La verdad y sus entretelones tal vez no lleguen a conocerse nunca, pero causó verdadera sorpresa que los mismos productores encargaran otro documental – comenzando desde cero – a la directora Paula De Luque. Titulado “Néstor Kirchner, la película”, el film se estrenó el 22 de noviembre de 2012 en 93 pantallas en todo el país, pero el resultado de taquilla fue magro, muy magro, a pesar de los méritos de la película de De Luque. La incógnita sobre el material devuelto por Caetano a sus productores se develó en mayo de este año, gracias a un “leak” en YouTube que nos permitió pispear de qué la iba el documental, y por qué había desagradado tanto a sus productores.

El misterio se agigantó al comprobar que NK no contenía material “sensible” y mucho menos “incómodo” para el gobierno y el entorno kirchnerista. Incluso la presidenta Cristina Fernández de Kirchner se manifestó abiertamente conmovida por NK, porque Caetano, el hombre, había logrado meterse en la cabeza y el alma de otro hombre. En suma, Caetano, con su película, le había devuelto a NK a CFK. Si bien el documental de De Luque era un producto más que digno – es decir, si tomamos como referencia los productos estilo History Channel o A&E – a partir de este jueves los espectadores podrán juzgar por sí mismos, y en pantalla grande, las diferencias entre ambos productos y el enfoque escogido por Caetano. “Néstor Kirchner, la película”, se deslizaba, narrativamente, con total fluidez, más allá de claras o menos claras intenciones manipulatorias.

Se trataba, en definitiva, de un producto convencional pero de muy buena manufactura. NK corre por otros carriles. Si bien las fuentes documentales, necesariamente, son básicamente las mismas, es interesante comparar lo que se puede hacer con una misma foto, un mismo viejo noticiero y, sobre todo, la misma historia de vida. NK no efectúa un trazado lineal desde la infancia de Néstor Kirchner, su paso por la facultad (donde conoció a quien sería su esposa), su ascenso a la gobernación de Santa Cruz, y finalmente su llegada a la presidencia, en medio de una debacle socioeconómica casi sin precedentes en la Argentina. NK lleva la impronta de Caetano a lo largo de toda la película.

Narrador hábil como pocos, Caetano se permite jugar con la linealidad y cuenta en forma de zigzag. Este mecanismo le permite al director romper el esquema de las expectativas convencionales y saltar, cronológicamente, hacia adelante y hacia atrás, enfatizando, así, el concepto por sobre la sucesión de eventos. Astuto. Muy astuto. Abundan, eso sí, los discursos encendidos, pero casi nunca se tiene la sensación de que Caetano, en su discurrir narrativo y montaje, juegue a su antojo con la supuesta veracidad del “relato”. Otro elemento narrativo digno de destacar es la utilización de intertítulos – a modo de separadores – que articulan no tanto los hechos sino su significado e importancia.

Así, Caetano evita la hagiografía y cuenta, cuenta y rememora, y la reacción que provoca es positiva – se trata de una película, de una biopic, de un documental, pero no de propaganda política. Si bien la ausencia de ciertos acontecimientos de la vida de Néstor Kirchner es evidente, NK fluye, las imágenes son simples, y el mensaje es poderoso. Un verdadero acierto, el enfoque de Caetano. La sensación general, entonces, es la de estar viendo la biografía de un hombre descripto sin bronce, a pesar de la cercanía temporal (excesiva, diría uno) para generar una gesta casi épica.

Pero lo cierto es que Caetano no incurre en este error (en esta tentación), y su película, abstrayéndonos del concepto sobre el cual gira la narrativa, es tan sólo la historia de un hombre. No cualquier hombre, por cierto, sino ese hombre que aseguró, al asumir como presidente, que “No he venido a dejar mis convicciones en la puerta de la Casa Rosada".

Si bien no es ajena al consabido “relato”, NK, más allá de las sospechas de que no es el verdadero corte final que Caetano hubiese querido para su película, ilustra y entretiene sin cargar las tintas, lo cual no es poco para una biopic necesariamente depurada aunque no inmaculada.