Nine

Crítica de Jorge Bernárdez - Subjetiva

Sin alma

No son buenos tiempos para el cine musical, que quedó atrapado en el pasaje a la pantalla de algunos éxitos de Broadway. Y si, a veces el truco funciona mejor y otras decididamente no funciona. Nine, una vida de pasión es la versión musical de 8 1/2 de Felllini. Transforma al director en un cliché, a su cine en un pavada, y a sus obsesiones en un chiste. Si ya la obra de teatro dejaba que desear, el paso a la pantalla grande con grandes figuras y con la matrona de matronas, Sophia Loren, en una reaparición triunfal cual Mirtha Legrand del primer mundo, es directamente una catástrofe.

Nine, una vida de pasión tiene varios problemas, pero el principal es su falta de alma; después le siguen la pretensión y la falta de vuelo, en donde Daniel Day-Lewis debería ser la quintaesencia Mastroianni, o de Fellini, y termina siéndolo de la nada. Penélope Cruz baila insinuante y se toca un poco, Kate Hudson tiene a su cargo el mejor momento musical y Judi Dench hace un número sobre el Folies Bergère, en su rol de vieja francesa degenerada: lo de vieja le sale pero todo lo otro no aparece.

En este punto es donde se tendría que haber parado todo y donde alguien tendría que haber dicho que algo está mal en una película en la que la Dench, que hace una excelente M en la serie Bond, tiene que hacer de madama franchuta. Alguien debería haber parado esa filmación y preguntarse y preguntarle a la producción en qué estaban pensando.

El cuadro final donde posan todas las mujeres que rodean al personaje central me hizo acordar a otro dislate pero del cine vernáculo que se llamaba Frutilla y en el que Enrique Carreras se daba el gusto de homenajear a grandes figuras de la escena nacional, haciendo aparecer a Luis Sandrini al final, sin que tuviera nada que ver con la película, con Mercedes Carreras lo anunciara mirando a cámara mientras un teatro lo aplaudía. En ese nivel está Nine…