Nieve negra

Crítica de Facundo Barrionuevo - El Día

Nieve Negra es en principio una buena noticia. Supone que el cine argentino se consolida. Se puede pensar ya en buenas producciones con el valor que merecen su publicidad y su estreno. Por ejemplo, Nieve Negra, una película sin grandes espectacularidades, se estrena en más de 200 salas. No solo tenemos un elenco atractivo para el espectador sino que se trata de grandes artistas como Ricardo Darín, Leonardo Sbaraglia y Federico Luppi. Sin dudas de los puntos más altos en la actuación cinematográfica argentina. Aquí tal vez dejados un poco a su libre albedrío por el director pero de todas maneras haciendo un gran trabajo. También contamos con una narración visual ya muy profesional. El clima cromático y el trabajo de la imagen es por lo primero que empieza a convencer Nieve Negra, aunque algunas escenas parecen un poco oscuras para la proyección en cines. Todo esto es prueba de lo que creció que a partir de este último tiempo el cine nacional. Hace algunos años ya, las películas argentinas puedan establecerse profesionalmente y competir en público contra las producciones de Hollywood.

Nieve Negra trata sobre Marcos (Sabaraglia) que vuelve de España a pedirle a su hermano Salvador (Darín) que considere vender las tierras por la gran oferta de 9 millones (de dólares, se apuran en aclarar porque como para todo buen argentino los pesos no son tan importantes) por parte de una empresa minera. Así se encuentra con que Salvador no quiere vender ya que está vinculado casi enfermizamente al terreno. Además existe un misterio que se esconde detrás de la muerte de un cuarto hermano que enturbia toda la historia.

Sin embargo Nieve Negra puede ser muy atractiva pero a veces parece fallar o faltarle algo. Al inicio, antes de que podamos conocer o empatizar con los personajes se nos exige a los espectadores que estemos interesados acerca de un misterio que en realidad todavía no afecta a la historia. Un montaje con intención de ser tacaño con la información parece más desordenado que otra cosa. De todas maneras, la narración logra tomar su ritmo. Los silencios y las pausas suman al clima frio y apagado que plantea la historia. Hacia el final, en la escena crucial, el espectador notará que algo falló, que faltaron algunos segundos o pausas de las que la película se venía encargando, algo se apuró. Luego habrá un coletazo final bastante caprichoso, con algunos baches en el guion que pueden llegar a hacer un poco de ruido.

Si bien sabemos que Nieve Negra cuenta con un importante financiamiento, donde hay también capitales españoles y más allá de las cuestiones propias de estas propuestas tan complejas, festejamos por la consolidación del cine nacional y brindamos para que se sostenga. Ya se alejan esas ideas de pensar que el cine argentino es malo. Ya que como todos deberíamos saber, el único cine que es malo, es el malo.