Ni un hombre más

Crítica de Pedro Squillaci - La Capital

Guiño a la comedia negra

Un plan perfecto puede llegar a serlo hasta que pasa todo lo contrario. Esa es la línea de pensamiento de Karla (Bertuccelli), quien quiere vengarse de un tío, y no tiene mejor ocurrencia que secuestrarlo, pedir 100 mil dólares y refugiarse en la selva misionera. Claro que jamás imaginó que su tío se moriría en el baúl del auto, que su novio cómplice también tendría un terrible accidente y que de pronto ella se encontraría con una gama de inconvenientes que ni asomaban en los cálculos previos. Martín Salinas se las ingenió para confeccionar una trama atractiva, con buena dinámica, y hasta entretenida, aunque no pudo explotar al máximo la capacidad histriónica de Bertuccelli e incluso de Piroyansky, para que la película alcance un tono mucho más divertido y desopilante. Sin embargo, sin ser un filme de la estética de los hermanos Coen ni mucho menos, “Ni un hombre más” redondea un filme digno de verse. Porque Salinas le supo transmitir al elenco el timing de la comedia negra, y porque la historia nunca pierde fuerza. Y, por sobre todo, porque el director se animó a meterse de lleno en un género sutil y encantador, que debería tener más cultores en el cine nacional. Un párrafo aparte para Luis Ziembrowski, dueño de una versatilidad y una interpretación soberbia, que sorprende al hablar en guaraní con una naturalidad increíble. En fin, un buen guiño a la comedia negra.