Ni un hombre más

Crítica de Fernando Alvarez - Todo lo ve

Guiso de iguanas, dinero y crimen

Ambientada en plena selva misionera, esta comedia negra de Martín Salinas está plagada de enredos y situaciones imprevistas que deben sortear los personajes para salir airosos luego de un cometer un secuestro. El botín mueve todo el andamiaje.

Ni un hombre más está estructurada a partir de la sorpresa y de la acumulación de gente que llega en el momento menos indicado al mismo lugar. Charly (Martín Piroyansky), el encargado de una hostería en la selva de Iguazú, recibe a Karla (Valeria Bertuccelli) y Ricky (Juan Minujín), una pareja que carga con un muerto y cien mil dólares en el baúl del auto.

Las cosas no salen como estaban planificadas y tras otra muerte que aquí no adelantaremos, a la enloquecida trama se sumarán la ex de Ricky (Emme), un guardia del lugar (Luis Ziembrowski) y varios curiosos más. La tranquilidad del ámbito que nadie visitaba se transforma rápidamente en el escenario donde se dan cita una serie de confusiones, traiciones, cadáveres y un pasado que vuelve.

Podría haber sido una película de terror si el humor no dijera presente y el realizador Martín Salinas (guionista de Gaby, a true Story, nominada al Oscar y El mar de Lucas) echa mano a un lenguaje fluído y buenos gags en esta historia de ambiciones desmedidas en las que todos quieren sacar tajada del botín sin importar los riesgos ("Me cargué dos muertos, no me cuesta nada algunos más", asegura Karla). Mientras lentamente se cocina un guiso de iguana, la hostería también funciona como una olla a presión en la que todo es posible.

Valeria Bertuccelli reaparece en un rol verborrágico con convicción cuando es presionada por las circunstancias, mientras que Luis Ziembrowski contagia su dialecto, entre las peleas con su mujer para ir a un casamiento y un costado oscuro y macabro que aflora en el momento menos pensado.