Ni en tus sueños

Crítica de Alejandro Franco - Arlequin

Parejas desparejas que funcionan como los dioses. Si Ni en tus Sueños (una liberal traducción castellana de Long Shot) tiene un problema que le impide la puntuación perfecta es el bizarro detalle del final – un atroz video íntimo – que es tan hilarante como irreal, especialmente por la liviandad con que se toman sus consecuencias. Es una comedia romántica o sea que es algo tan fantasioso como una de ciencia ficción… pero al menos durante gran parte de su duración Ni en tus Sueños mantenía ciertos pies sobre la Tierra… hasta que mete la cola el tema del video y sintoniza – siquiera por unos minutos – a una de Adam Sandler.

He aquí un romance adolescente que no pasó de platónico y que tiene la oportunidad de florecer en la madurez. Charlotte Field (Charlize Theron) es la Secretaria de Estado del gobierno de los Estados Unidos y ahora – que el mediático presidente de turno, Bob Odenkirk, pretende irse del poder… para empezar una carrera como estrella de cine (?) – tiene todas las chances de ser endorsada por el primer mandatario como su digna sucesora. El sueño de ser la primera mujer presidente la encandila pero precisa un redactor de discursos avispado y, por esas cosas del destino, se cruza con Fred Flarsky (Seth Rogen), un periodista de izquierdas idealista y desempleado… al cual cuidaba hace 25 años cuando era su niñera. Como Flarsky siempre tuvo un flechazo con la rubia (aunque quedó evidenciado en una incómoda situación adolescente – léase, una erección en el momento menos indicado -), reunirse después de estos años es como una situación soñada, aunque su pensamiento y el de Field vayan por carriles diferentes en términos políticos. El cree que todos los políticos son charlatanes y mentirosos, y ella quiere demostrarle que es una idealista honesta, y los dos terminan embarcados en lograr la firma de un gran acuerdo internacional sobre el medio ambiente, el que le servirá de plataforma a la rubia para lanzarse a la presidencia. Pero el torpe y desaliñado periodista tiene cierta cosa honesta que atrae a la Field y, reunión de trabajo mas reunión de trabajo menos, no pasa mucho antes que los dos – antítesis en pensamiento, físico y belleza – terminen enroscados y enamorados. Pero lo mas gracioso de todo es que forman una pareja creíble, gracias a la enorme química que destilan Rogen y la Theron… y si, la bestia puede conquistar con facilidad a la bella.

Hay algo de sátira política en el trasfondo, un villano mas patético que amenazante (un sobremaquillado Andy Serkis), y bastante charla de relleno en el medio… pero basta con tenerle paciencia a la cinta hasta el minuto 45 para que las cosas despeguen en gran forma. Sean los guiños entre ambos, los chistes y las conclusiones zafadas que sacan, o la gran escena cuando – en medio de una decepción que pone en peligro toda su carrera – la Field / Theron convence a Flarsky / Rogen que merecen una noche de intoxicación con drogas y alcohol, en donde la Theron se sale del libreto (y de ese podio hierático en donde sintoniza una versión hecha por Vogue de Hillary Clinton) y se mete en el terreno kitsch del humor fumón de Rogen, yendo a la par con el cómico en cuanto a locura y desquicio. La escena en donde – pasada de rosca, pastillas y polvos – se ve obligada a atender una crisis internacional mientras su cerebro está en la estratósfera es delirante y demuestran que la sudafricana puede brillar en el género que se le cante ya que tiene talento de sobra. Mientras tanto Rogen hace de Rogen, con humor zarpado pero con cierto aire de perrito apaleado que lo hace querible y atractivo.

Ni en tus Sueños no es un prodigio de lógica o realismo, pero cuando empieza a funcionar lo hace de maravilla. Es cómica y es romántica, y en este emparde tan dispar los protagonistas son fabulosos y rebosan de carisma y honestidad, con lo cual la pareja que forman es creíble. Y el resto es una mera excusa para verlos juntos, con lo cual la falta de realismo se compensa con el exceso de emoción y humor que estos tipos destilan para beneplácito de la platea cómplice.