Ney, nosotros, ellos y yo

Crítica de Josefina Sartora - Otros Cines

El conflicto israelí-palestino -la violencia en las zonas ocupadas, la coexistencia en un mismo territorio, la lucha armada- ha generado numerosas películas, muchas de ellas documentales, por parte de extranjeros, judíos y -en menor medida- palestinos. Casi todos ellos coinciden en denunciar las invasiones del territorio árabe por parte del ejército israelí y los abusos que éste comete sobre tierras y habitantes. Por el otro lado, los israelíes cuestionan la reacción de los grupos armados palestinos.

Nicolas Avruj -más conocido entre nosotros como productor de Refugiado, La mirada invisilble, Mi amiga del parque- se lanza con su opera prima como director de documentales. Hijo de familia judía argentina, en el año 2000 realizó el clásico viaje a Israel para visitar familiares. Cuando llega y descubre que su familia no estaba para recibirlo, decide viajar a su aire por el país, visitando también Cisjordania y la Franja de Gaza, zonas palestinas. Allí toma contacto con jóvenes árabes que le muestran otra realidad, que conoce con los ojos ingenuos de un adolescente, y filma el registro de ese viaje iniciático. 15 años después, decide editar y transformar ese material sensible, fresco y espontáneo en una película documental.

Resulta evidente en sus entrevistas a jóvenes israelíes y palestinos el conflicto que vive el propio Avruj. Desde el inicio, cuestiona que quieran ubicarlo en uno de los dos bandos. En sus entrevistas a jóvenes y adultos, pacifistas y belicistas, algunos fundamentalistas, a veces en zonas ocupadas donde la violencia estalla a cada instante, demuestra sus simpatías por unos y otros, y también agrega observaciones mordaces, sin comentarios. En el juego dialéctico del montaje, enfrenta a israelíes con palestinos, haciéndolos dialogar sin saberlo. Avruj no pretende que su film sea una respuesta a la guerra, ni mucho menos una solución, dado que “la respuesta al conflicto no está en los argumentos de cada parte”.