New York, I love you

Crítica de Fernando López - La Nación

Fórmula conocida, nueva ciudad

Nueva York es ahora el escenario de una colección de cortos románticos

La fórmula que inauguró Paris, je t´aime y empieza a parecerse a una franquicia (una colección de cortos de cineastas diversos, casi siempre centrados en temas románticos y ambientados en distintos sectores de una gran ciudad) ha abierto ahora su sucursal Nueva York. Con algunas modificaciones: se ha reducido el número de episodios y se ha buscado afirmar el nexo entre ellos con las secuencias de transición filmadas por Randall Balsmeyer y alcanzar cierta cohesión visual a través de un único equipo de diseño escenográfico. Así y todo, los desniveles siguen siendo el rasgo principal, como sucede casi siempre en este tipo de producciones, con el agravante de que, a diferencia del film anterior, la ciudad sólo obra como telón de fondo. La gran mayoría de las historias podrían transcurrir en cualquier gran ciudad cosmopolita, un carácter de Nueva York que la película subraya: "Aquí todos están viniendo de otro lado", se dice por ahí.

Dadas las condiciones de rodaje y las exigencias del formato (a cada director se le concedieron dos días para completar el trabajo y no todos parecen muy habituados al corto), muchos optan por breves situaciones con remate sorpresivo. Algunos las resuelven con eficacia, como Yvan Attal, que relata dos encuentros y cuenta con la gracia de un inspirado Ethan Hawke en un caso y con la sensibilidad de Robin Wright Penn y Chris Cooper en el otro. Brett Ratner procura un efecto similar en su vulgar historia sobre el baile de graduación, pero si su dardo satírico da en el blanco también lastima inocentes. Más forzado es el episodio de Jiang Wen sobre dos pillos disputándose una chica. El muy sencillo de Natalie Portman sobre relaciones entre padres e hijos no alcanza para juzgar su debut como directora. Y el de Fatih Akin sobre el artista en busca de la elusiva imagen de su modelo queda apenas como un sugestivo esbozo.

Hay intención de diferenciarse en dos cortos: el de Allen Hughes lo logra en buena medida al exponer paralelamente los sentimientos de dos amantes de un día en camino hacia su segundo encuentro; el que concretó Shekhar Kapur pero concibió Minghella (a quien todo el film está dedicado) desentona al apuntar confusamente a lo fantástico. Su atractivo principal es la presencia de Julie Christie.

Mira Nair y Shunji Iwai logran dotar de apreciable consistencia sus breves relatos: una, en el curioso encuentro entre una judía ortodoxa a punto de casarse (Portman, ahora como actriz) y un indio jainista vendedor de diamantes; el otro, en la curiosa relación que mantienen por teléfono un joven compositor encargado de la banda sonora de un film de animación (Orlando Bloom) y la asistente del director.

No faltan las panorámicas de la ciudad ni los planos más emblemáticos, pero casi podría decirse que Nueva York (Brooklyn, más precisamente) sólo interviene en el corto final, dirigido por Joshua Marston. Es un pantallazo tierno y gracioso sobre el día del 63er. aniversario de bodas de una pareja veterana a la que Eli Wallach y Cloris Leachman colman de naturalidad y humor. Ellos dos y Ethan Hawke compensan en parte los altibajos de esta segunda entrega de la serie que ahora seguirá en Shanghai, Río y Jerusalén.