New York, I love you

Crítica de Carlos Rey - A Sala Llena

Cuando aparecen películas episódicas donde participan varios directores, el lugar común de la crítica es decir que los diferentes capítulos son “desparejos” en su realización ya que naturalmente los diferentes directores que crean cada corto tienen múltiples maneras de trabajar y diferentes visiones del mundo. Quizás New York, I Love You sea la excepción a la regla ya que las historias transitan por una calle de mediocridad general y en casi ningún momento el film se despega de un tono grave y solemne, profundamente tedioso y molesto.

La ciudad cosmopolita por excelencia retratada en once historias de las cuales solamente tres fueron filmadas por directores americanos. Ahora, los directores extranjeros que participaron en la película no viven en NY pero cuentan historias mundanas de la ciudad, no se restringen a una mirada pictórica y turística. En estos cortos se nota que la película pretende sostenerse en la frase de cabecera de la misma que sale de la boca de Julie Cristie “una de las cosas que amo de New York, es que todos parecen venir de algún otro lugar”. Evidentemente en algunos directores se nota. Probablemente varios de ellos pisaban por primera vez Manhattan.

Y hablando de Manhattan, New York, I Love You no se debería llamar Manhattan I Love You? Pregunto porque no tenemos noticias de lugares como Brooklyn, Bronx o Queens. Claro ahí se acaba la ciudad cosmopolita, la visión edulcorada y de qualite que pretendieron los productores de esta película. En esos barrios la única verdad es la realidad.

Jiang Wen convierte a Andy García en profesor universitario de NYU que mantiene una disputa con Hayden Christensen en un bar por una chica. Una escena tediosa entre dos actores mediocres y un director sin gracia, con una fotografía deliberadamente saturada en el encuadre y una música que desentona con el relato. Luego de la transición de un corto a otro que generalmente se hace mediante planos de taxis o de algún transporte público aparece Natalie Portman haciendo chistes de judíos en la historia de Mira Nair. Sinceramente después de cuarenta años de películas de Woody Allen haciendo básicamente eso no se que podemos esperar de una directora nacida y criada en Bollywood.Solo repiqueteos de una filmografía ya escrita.

Continúa la historia de Orlando Bloom, un compositor de música para películas que conoce a trabes de redes sociales a Christina Ricci. Más allá de la mini reflexión de Shunji Iwai sobre el cambio en las formas de comunicación, el corto no deja de ser un chivo de IPhone y una cita snob de la literatura de Dostoievski.

Ethan Hawke tiene un aura propia. Es de los actores que se pueden revelar al director y llegar a transformarse en autores con su manera de narrar una escena. Creo que Yvan Attal entiende perfectamente esto y lo pone al actor a hacer lo que mejor sabe hacer; hablar. Tomado en plano general Hawke “se encara” crudamente una chica (Maggie Q diosa eterna!) en una esquina aunque el resultado no sea el que andaba buscando.

Luego de esta gota de aire fresco llega el único momento de satisfacción real de la película. Brett Ratner rompe la solemnidad, la música “importante” y dispara fuegos de artificio para hacernos libres por diez minutos. Un looser eterno en la escuela es obligado a llevar al baile de graduación a una chica en silla de ruedas. En dos o tres planos geniales Ratner lo vuelve loco al muchacho , en la pista de baile y a la salida del mismo cuando sus compañeros le roban la Limo ante el grito “vos ya tenes ruedas”. Al final la pareja ira al Central Park , el icono principal de la ciudad y el joven tendrá su momento de gloria en una escena fantástica que termina con una vuelta de tuerca acida y audaz. Ratner en un ratito reflexiona sobre la adolescencia, la ciudad y los actores en un corto brillante.

Bradley Cooper participa del corto de Allen Hughes, a media agua entre potente relato sexual y el sub mundo de los taxis Yonkers ; intrascendente. Shekhar Kapur narra la historia de una cantante de opera (Julie Christie) que regresa a NY a suicidarse y juega con el surrealismo de cambiar el personaje entre John Hurt y Shia LaBeouf. Fundidos a blanco que desentonan por completo con la fotografía general de la película y una música pretenciosa convierten el corto de Kapur en el paradigma de solemnidad general de este film. El corto de Natalie Portman pasa desapercibido sin pena ni gloria, la historia de una hija de padres separados y cuidada por el padre bailarín en contraposición a su madre, que junto a su nueva pareja son “oficinistas” por lo tanto no tienen tiempo para la niña, algo que es mostrado en un plano obvio y tonto.

Podemos apreciar pequeñas apostillas como “El pintor esta muerto” de Burt Young en el segmento de Fatih Akin sobre un pintor que quería hacer su ultima obra antes de la muerte o la belleza impactante de Robin Wright en la otra parte del corto de Yvan Attal.

Joshua Marston toma una decisión correcta en el corto final. Poner un plano general del gran Eli Wallach mirando el océano acaso refiriendo el ocaso de una gran vida.

Al igual que Paris, Je T'aime estas producciones salen de la cabeza de ejecutivos no de cineastas. Y realmente se nota en las películas. Uno debería salir corriendo a ver Los Cuatrocientos Golpes luego de ver Paris, je t’aime. Truffaut en un travelling a los costados de la torre Eiffel cuando comienza la película dice mas sobre la ciudad que todo este rejunte de cortos sin lineamientos estéticos coherentes. En New York, I Love You pasa lo mismo. Vean Escape de New York de John Carpenter y van a ver que la ciudad se parece mas a los Brooklyn, Bronx o Queens olvidados y enterrados que al Manhattan edulcorado y solemne que nos quisieron pintar.