Neruda

Crítica de Emiliano Andrés Cappiello - Cinemarama

Fachada

Neruda, de Pablo Larraín, es una película, en apariencia, sobre Pablo Neruda. El relato narra la huida de Neruda (Luis Gnecco) a la clandestinidad debido a la persecución del Presidente Gabriel Gonzales Videla, y los esfuerzos del oficial Óscar Peluchonneau (Gael García Bernal) por capturarlo. Como es común en muchos biopics, Peluchonneau es el personaje ficticio que se utiliza para que el espectador se identifique con una mirada externa al personaje famoso. Larraín, sin embargo, busca darle otra vuelta y, entre muchos de los diálogos internos con ínfulas de profundidad que escupe el personaje de Bernal, sugiere que el tal Peluchonneau es un personaje imaginario ideado por el mismo Neruda para crear la épica de su escape. El problema es que este intento de juego entre realidad y ficción no se desarrolla nunca más que en esas pequeñas líneas. De sacar sólo esos breves diálogos, el film no cambiaría en nada, demostrando la superficialidad del ejercicio de Larraín. Su objetivo real es aparentar, pasar por compleja una película prolija técnicamente, pero vacua y pueril.

El retrato que hace de la figura del poeta confirma esto. Larraín crea un Neruda putañero, vanidoso y pasional sumamente obsesionado consigo mismo que recorre fiestas y cabarulos recitando siempre un mismo poema. Quizás Pablo haya sido así, quizás no, el problema no es uno de fidelidad a la persona real, sino de representación. Lejos de cualquier posible humanización, de cualquier escala de grises, lo que Larraín logra es la caricatura del mito derribado, el estereotipo de un “retrato irreverente”. Esta creación, sumada al discurso vacío centrado en el personaje del policía, simulan la presencia de un film importante, con cosas para decir, que no teme desafiar la imagen de una gran figura. Pero al estar tan mal disfrazadas, solo revelan las verdaderas intenciones de Larraín: la búsqueda del aplauso, la ovación en algún festival, el reconocimiento del público sofisticado. No está equivocado Peluchonnaeu cuando duda de su propia existencia, solo le erra en el alcance de su teoría. No existe el personaje, porque acá tampoco hay una película.