Need for speed

Crítica de Ramiro Ortiz - La Voz del Interior

Need for speed toma la posta de las películas pisteras, con una historia de amor, venganza y velocidad que prioriza la adrenalina y la intensidad de las tomas.

Difícil escribir sobre esta película. Y calificarla. Las reglas de la industria del cine están claras. Entretener es una de las prioridades. Y eso está bien. Pero, ¿Qué pasa cuando en medio de la diversión se glorifica a criminales? Rambo era un asesino, pero los soldados norteamericanos pelearon en Vietnam, muy lejos de aquí. Los capataces de la droga o los ladrones de guante blanco saben seducir, pero su realidad se mezcla directamente con la nuestra. ¿Y los corredores de picadas? Asistimos regularmente al llanto de los familiares destrozados por esa conducta criminal. Entonces, separar la película de lo que le pasó al vecino, o al pariente, o al amigo, es más complicado.

Utópico pero bueno sería que Steven Spielberg, productor con su empresa DreamWorks de Need for speed, y genial cineasta por otra parte, se careara con esas víctimas. ¿Acaso no sabe él, con su inmensa inteligencia, que el cine sí puede cambiar la realidad? ¿Qué la velocidad puede ser una adicción?

Empuja a un dilema de conciencia, Need for speed, como se expresa aquí. Aunque no será bueno quedar atrapado en esas redes.

Despejando el planteo moral de la ecuación, la película de Scott Waugh es casi virtuosa. El director conoce muy bien la fórmula del éxito. Y todavía más el secreto de la adrenalina. Entrega con placer escenas aceleradas a fondo, filmadas desde múltiples ángulos, con cámaras lentas, o lentes que viajan empotrados en los vehículos, aportando imágenes de tipo documental a las carreras.

Need for speed (Necesidad de velocidad) es una película de carreras ilegales, como Rápido y furioso. Tobi Marshall es un mecánico de pueblo aficionado a las carreras, cuya novia se fue detrás de otro chico más exitoso, a vivir a la ciudad. Pero un día los citadinos están de vuelta, con una propuesta especial y muchos recuerdos en las valijas. Tobi entonces prepara un auto para su ex contrincante, pero es traicionado y acaba en la cárcel. Al salir, querrá vengarse del tipo que además mató a su amigo, pero el tipo que mató a su amigo, le pondrá precio a su cabeza. Recompensa para quien lo pise con sus neumáticos.

Los autores despliegan talento en tomas aéreas, en coreografías pisteras, en el montaje de detalles, en los efectos sonoros. Por ese costado, Need for speed funciona como una máquina confiable de cine.