Navidad con los Cooper

Crítica de Iván Steinhardt - El rincón del cinéfilo

Si cada familia es un mundo, en navidad se potencia todo. Para bien o para mal, según el ojo con que se mire, pero todo se potencia. Si lo saben los Cooper que están organizando una cena navideña en la víspera de una separación, porque uno quiere viajar y el otro no (¿qué?). Pero claro, como el guión no se molesta en explicar toda la historia que los precede como para entender que la cosa viene de antes, y bastante pesada el sustento, no tiene más asidero que algunas frases aisladas en los diálogos que invitan al espectador a suponer más de lo que se supone que debería.

Es cierto que después de muchas nochebuenas en el cine, algunos parámetros culturales están ya instalados por lo cual, si de verdad se profundizase en esta relación matrimonial entre (Sam) John Goodman y (Charlotte) Diane Keaton, estaríamos frente a un dramón de aquellos que jamás sería aprobado por un productor de Hollywood que quiera conservar su trabajo para el año entrante.

“Navidad con los Cooper” es, por antonomasia, la típica comedia familiar que el público recibe año a año. No concordamos con la idea de la liviandad, o sea la “comedia liviana”, si ésta tiene poco sustento como para que el espectador tenga elementos mejor construidos de los cuales agarrarse y pueda empatizar. Aunque más no sea por una idea central que funcione como gancho, por ejemplo aquella de “El regalo prometido” (Brian Levant, 1996) que enfrentaba a Arnold Schwarzenegger con su antagónico eventual en la lucha por conseguir el último muñeco del superhéroe de moda. Esa lucha externa manejaba la acción, pero de fondo teníamos a dos padres que intentaban lograr la admiración de sus hijos, no por el juguete; sino por poder cumplir lo prometido. Aquí en cambio la directora Jessie Nelson se conforma con contar con un elenco multiestelar que “garantice” por peso propio la posibilidad de darle vida a diálogos y situaciones algo traídas de los pelos.
Un logro parcial, si se quiere, porque hay momentos que funcionan bien y otros que se diluyen al seguir incorporando personajes a la trama que no necesariamente están balanceados todo el tiempo, esto de abarcar mucho y apretar poco ayuda a definir el tema. Es decir, si es por el elenco, se puede ir tranquilo aunque la historia vaya decayendo como cuando se enfría el pavo y se descubre que en realidad estaba un poco seco.