Navidad con los Cooper

Crítica de Hugo Zapata - Cines Argentinos

Cada vez que se estrena una película como Navidad con los Cooper uno no puedo dejar de sentir una enorme tristeza por la pérdida de John Hughes.
Un artista que sabía llegar al corazón de la gente con personajes humanos y queribles con los que te podías conectar aunque pertenecieran a una cultura diferente.
Dentro del género navideño, Mejor sólo que mal acompañado (1987) sigue siendo uno de los grandes clásicos que combinó a la perfección el drama con la comedia.
Son esa clase de películas que las podés ver 30 años después de su estreno y las disfrutás por el guión y la labor de los protagonistas.
Una situación diferente presenta Navidad con los Cooper, una producción que quedará en el olvido antes del 31 de diciembre.
El film se vende como una comedia, tanto en el póster como en los trailers, pero en realidad se enfoca más en la drama y relega el humor a un plano secundario.
Los Cooper son una familia integrada por personajes que no generan empatía y llevan vidas insulsas que no tienen ningún atractivo dentro de un relato de ficción.
A lo largo del film El director Jessie Nelson (Mi nombre es Sam) se encarga de narrar distintas subtramas que confluyen en una cena navideña.
Un anciano (Alan Arkin) que se enamora de una joven camarera (Amanda Seyfried), un hombre separado (Ed Helms) que no sabe que hacer con su vida luego de perder un trabajo, una escritora liberal (Olivia Wilde) que lleva un desconocido a su casa para presentarlo ante sus familiares como su novio, un matrimonio que le oculta a los hijos su inminente divorcio para pasar las fiestas tranquilos ( John Goodman y Diane Keaton) y una mujer madura (Marisa Tomei) que acarrea viejos resentimientos hacia su hermana mayor desde la infancia.
El problema es que ninguna de estas historias logran a ser interesantes y tienen un desarrollo acelerado. Es decir, se trata de personas que cuentan con serios conflictos emocionales y solucionan todos sus inconvenientes en una breve reunión familiar para descubrir que sus mediocridades después de todo no son un gran problema.
El reparto reúne muchos artistas talentosos que lamentablemente se encontraron en este proyecto donde el único personaje agradable es el perro de los Cooper. El resto de los integrantes la verdad que no son la mejor compañía para pasar una noche de Navidad.
Por otra parte, el sentimentalismo del conflicto resultó forzado y el humor tampoco consigue que la película sea más llevadera.
En apenas 56 minutos, Soffia Coppola este año brindó una propuesta mucho más entretenida en el especial navideño que filmó con Bill Murray para Netflix.
Una producción que recomiendo disfrutar antes que este estreno que es un intento fallido por emular Realmente amor, la gran película de Richard Curtis que capturó con más honestidad sentimental el espíritu navideño.