Natal

Crítica de Miguel Frías - Clarín

Sangre, sudor...

Documental sobre el parto de la mujer del realizador, con sus vaivenes anímicos y sufrimientos físicos.

Sergio Mazza nos está acostumbrando a los estrenos simultáneos, o casi, de películas que realizó en distintas épocas. El mismo día de diciembre de 2009 estrenó -tras haberlas exhibido en festivales- El amarillo (2006) y Gallero (2009). La semana pasada llegó a la cartelera con Graba (2011), un drama protagonizado por Belén Blanco, y ahora, lo hace con Natal, su primer documental, una rareza en su filmografía: la crónica del nacimiento de su primer hijo.

Más allá de algún brevísimo salto temporal hacia el pasado o el futuro recientes, la película se centra en el parto de su mujer, Paula. Parto que, desde luego, no es mostrado desde la tierna candidez a la que nos acostumbran las ficciones. Ni tampoco desde una posición filosófica ni cuestionadora de la medicina tradicional, como lo hace Genpin, de la japonesa Naomi Kawase.

Natal, que hace sufrir/gozar al espectador como si fuera parte de la intimidad de la pareja, se afirma en un realismo crudo, sin sentimentalismos, con sangre, sudor y lágrimas.

Lo curioso es que Mazza, y obviamente Paula, deciden no dejar casi nada en el fuera de campo. Ambos, sobre todo ella, se sobreponen a cualquier tipo de inhibición y logran funcionar como si no hubiera una cámara -cámara que por momentos maneja el propio realizador- registrando cada paso del doloroso milagro. La película transmite, con simpleza y contundencia, los vaivenes anímicos y el sufrimiento físico de Paula. También el alivio y una euforia sin aditamientos ni moralejas.