Nadie vive

Crítica de Jorge Luis Fernández - Revista Veintitrés

Terror en Luisiana

Sanguinaria sin pretexto ni gracia, redundante desde el título (¿acaso queda alguien con vida al término de un slasher?), Nadie vive repite los lugares comunes que nutren al género desde The Texas Chainsaw Massacre (al extremo de que Daniel Pearl, fotógrafo del legendario film, fue reclutado para este enésimo opus de achuras a granel). No todo es tan obvio ni tan malo, cabe aclarar, al menos en la primera mitad del film. Tras un inicio poco prometedor, la película remonta al confrontar a una familia de gángsters (ecos a Texas Chainsaw) con un enigmático automovilista, una especie de solitario que recorre Luisiana con su novia para solucionar viejos asuntos. Con el trasfondo de una chica desaparecida en la zona, la película pega un giro notable cuando el automovilista (Luke Evans) comienza a tomar protagonismo y amaga con ser el héroe, mientras el director Ryuhei Kitamura (The Midnight Meat Train) deja huellas con olor a franquicia. Los malos siempre ganan en un slasher y ese axioma lo cumple el film, pero el sinsentido y la pretensión de varias escenas, como un “homenaje” a El silencio de los inocentes que debió causar gracia a Jonathan Demme (por no hablar del doctor Lecter), prueban que el terror podrá ser un género menor, pero no es para cualquiera.