Nadie vive

Crítica de Gustavo Castagna - Tiempo Argentino

Asesino entre asesinos

Slasher puro y a secas, brutal y sanguíneo, representa la hora y media de Nadie vive. Pero las piezas truecan en determinado momento de la película, ya que los psicópatas que acosan y humillan a una joven pareja desconocen que del otro lado hay algo mucho peor, más salvaje y virulento, imprevisible aun para el espectador adicto a esta clase de cintas.

Es puro slasher (psicópata/as que persiguen jovenes drogados y sedientos de sexo) pero también es estética gore sin ocultamientos, con sus planos detalle de mutilaciones, destripes de cadáveres y litros de sangre que salpican el lente de la cámara.
Nada nuevo cuenta Nadie vive salvo el cambio de punto de vista del relato, como si el clásico de los 70, Los perros de paja se multiplicara por 1000 en cuanto a la truculencia de determinadas escenas instigadas por la frase "la violencia está en nosotros".
El paisaje es idéntico al de tantas películas, ubicada la historia en el Estados Unidos profundo y lejos del cemento y los rascacielos. La pareja central (él es Luke Evans uno de los actores-roble de Rápidos y furiosos 6), vive sus momentos de felicidad hasta que se cruza con un grupo temible de gente asesina.
Allí, Nadie vive se parece a cualquier Martes 13 con Jason y su hacha siempre bien afilada. Pero no, luego la mirada se modifica para sorpresa del fan adictivo, la violencia crece, también las mutilaciones. En 2010 se estrenó Escupiré sobre tu tumba, remake de un film de los '70, con un temática similar en cuanto al ojo por ojo, diente por diente. O, en todo caso, mucha sangre, acaso demasiada y poco cine. O casi nada.