Nadando por un sueño

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

No, no tiene absolutamente nada que ver este filme con el fragmento del programa de TV de Marcelo Tinelli. Le grand bain, título original, refiere a un gran baño, y en inglés, a esta simpática y querible comedia dramática se la rebautizó Sink or Swim, o sea Hundirse o nadar.

Pero los valores del filme de Gilles Lellouch trascienden a cómo se conoce su película en el estreno argentino, salvo para adquirir la entrada. Sus personajes son un grupo de hombres que, llegados los 40, ven que muchas de sus ilusiones han pasado de largo. Uno de ellos, Bertrand (Mathieu Amalric) sufre una tremenda depresión. Sin trabajo, se hunde en el sillón y juega con su celular mientras su esposa e hija tienen sus actividades. Hasta que encuentra una suerte de tabla de salvación en un equipo de nado sincronizado.

Claro que ninguno de sus integrantes son deportistas y la mayoría nada como puede y quiere, pero el tema del filme es la solidaridad y cómo todos juntos logran más que por separado.

Porque de buena a primeras aparece un objetivo en común: participar en un certamen internacional. La entrenadora, Delphine (Virginie Efira, de Un amour impossible, Victoria y el sexo) era nadadora, pero un pasado turbulento la alejó de las pruebas. Les recita poemas mientras los entrena, para estimularlos.

Pero habrá que descubrir qué es lo que realmente los potencia a estos personajes que tienen más para perder que para ganar.

No es solamente la crisis de la mediana edad que parece atravesarlos y partirlos al medio como un tomate. Y en eso la labor del director es fundamental.

Y es que en el elenco se sostiene mucho de lo que pasa en la película, porque además de los nombrados actúan Guillaume Canet (Doubles vies), Jean-Hugues Anglade -algo irreconocible al comienzo el actor de la inolvidable Betty Blue- y Philippe Katerine (el de Un bello sol interior, de Claire Denis, César al mejor actor de reparto por este filme).

La película, como comedia, es muy divertida, y tiene el hándicap de meterse al público en el bolsillo, inclusive en momentos en los que parece que le va a dar al espectador una zancadilla tipo golpe bajo. Esperen a la resolución del personaje y la familia de Bertrand, no sean ansiosos, y permítanse un buen momento.