Nada es lo que parece

Crítica de Pedro Squillaci - La Capital

Billetes de la galera

No hay dudas que el director Louis Leterrier aprendió algo de cine al codearse en su carrera con un maestro de la talla de Luc Besson. A él le debe su posicionamiento en el séptimo arte con películas de culto como “Danny, the dog” y de éxitos comerciales, como “El transportador” y su saga. En “Nada es lo que parece”, Leterrier apostó a un dream team en el elenco, en el que se desaprovecha el potencial de Woody Harrelson y se privilegia demasiado a un mediocre actor como lo es Mark Ruffalo. Quizá por la ausencia, precisamente de Besson en los créditos. Pero, hay que decirlo, de éste cotizado guionista, director y productor francés Leterrier incorporó cierta dinámica y el vértigo necesario para las películas de acción. En esta historia, cuatro magos (tres varones y una dama) apodados “Los cuatro jinetes” irrumpen en el mundo del espectáculo con sorprendentes trucos. Pero cuando deciden robar un banco la magia muta en delincuencia, y allí los agentes del FBI los tomará como una zanahoria que, pese a que está delante de sus narices, no pueden atraparla. El filme tiene un arranque un tanto soporífero, pero cuando se lanza la acción no se detiene hasta los títulos finales. Una película entretenida, con un mensaje políticamente correcto y un toque de romanticismo. Demasiado redondita, como un truco de magia.