Nada es lo que parece

Crítica de María Inés Di Cicco - La Nueva Provincia

Un entretenimiento por arte de magia

Continúa esta semana en cartel la película de acción y suspenso del director francés Louis Leterrier ( El transportador 1 y 2 ), una propuesta que reúne excelentes nombres en cartel para ofrecer un entretenimiento sin pausa a cambio de mucha atención.
Película con varios giros para distraer y vueltas de rosca inquietantes, opera en el desarrollo de su trama como los trucos de magia que pone en pantalla, en manos de cuatro magos de medio pelo que son convocados por un misterioso personaje para convertirlos en Los 4 Jinetes, los protagonistas del show más fabuloso y arriesgado que jamás se haya visto en el mundo del espectáculo.
Tres hombres y una mujer son la cara visible de un plan que incluye el robo a la caja de seguridad de un banco en París, la quiebra de una compañía de seguros y la puesta en jaque de dos hombres aparentemente ubicados en veredas opuestas: el productor del espectáculo que gana masas de adeptos por donde circule y un ex mago que realiza un programa en la web donde descubre los trucos de los más famosos ilusionistas y factura con las visitas.
Detrás de la movida de Los 4 Jinetes, parece esconderse el accionar de El Ojo, una antigua secta de magos destinada a guardar los secretos de la verdadera alquimia.
Siempre al borde de la ley, estos showmans viven asediados por el FBI, en especial por un desacreditado agente, quien cae como un "Pierre no doy una" en la trampa de estos magos de poca monta llevados a la fama por una fuerte inversión en parafernalia, y lo peor, ante la mirada de una novel y atractiva agente de Interpol Francia que llega para sumarse a la investigación.
Los artilugios para despistar, aunque poco originales, funcionan y muy bien, y son de destacar las actuaciones de un reparto que parece haberse divertido tanto como el público y que se apoyó con fuerza en su carisma.
Los vertiginosos movimientos de cámara, las panorámicas de escenarios gigantes, corridas por pintorescas y pobladas calles de Nueva Orleans y persecuciones en automóviles con las debidas derrapadas, vuelcos y explosiones, más un guión narrado con pericia de quien sabe divertir, aún con graves atentados a la perfección, convierten cada secuencia de esta película en un juego que mantiene al espectador con la adrenalina en alto.