Nacido para morir

Crítica de Germán Morales - Proyector Fantasma

Nacido para reir

Una comedia absurda con gags que matan. Un gran trabajo humorístico, muy bien trabajado y sin dudas planeado para ser una secuela de varias entregas. Nacido para morir se trata de una parodia de las clásicas películas de agente secreto, un género sobre explotado, pero aún más explotado es el humor absurdo, por lo menos en los últimos tiempos. Todo este background hace que el trabajo de Andrés Borghi sea mucho más elogiable por lograr hacer reír demasiado en ese terreno que tanto consumimos en los últimos años.

Sí, se repiten los clichés de siempre de las películas de agentes, el protagonista que se las sabe todas y que se enamora de la compañera, el infiltrado con objetivos mesiánicos, pero ¿a quién le importa? Nacido para morir funciona muy bien en sus actuaciones, en los personajes que construye, en los efectos que logra y en el armado de esa historia en el género que propone construir sus bases.

Cada gag, cada construcción humorística está muy bien pensada, y más allá de tomar estereotipos o problemas locales, es una película universal que gana por lo simple y el humor inteligente, al mismo tiempo. El agente Marcelo Riesgo (Leandro Coccaro) junto a su colega Guadalajaraman (Andrés Borghi) de la agencia antiterrorista KKDBB, deben rescatar al desaparecido Doctor Pupete, autor de una salsa picante especial que pone en riesgo todo. En ese trayecto se enfrentarán a un comando de ninjas obsesivo por la limpieza, un sicario que no pudo dejar el chupete (Esteban Prol), entre otras amenazas igual de disparatadas. No solo funciona en los pequeños chistes, que se encuentran muy bien, sino que la historia cierra.

Para ir al cine o verla con amigos, con algún condimento extra. Nacido para morir es especialmente ecomendable para fans de Torrente, Machete o Padre de Familia.