Nacido para morir

Crítica de Alejandro Turdó - EscribiendoCine

Sábados de Súper-Acción

Algo sucede cuando se apagan las luces y vemos los primeros momentos de Nacido para morir (2014). Algo que todos aquellos criados al calor del VHS y de las películas de acción de sábado a la tarde en la tele de aire identificamos inmediatamente. Todo es muy familiar y cercano a nuestros afectos más clase B, en el mejor de los sentidos.

Nacido para morir cuanta la historia de Marcelo Riesgo (Leandro Cóccaro) el principal agente de K.K.D.B.B., una agencia anti-terrorista que intenta rescatar al Dr. Pupete, científico responsable de una poderosa invención que lo puso en la mira de los criminales más peligrosos. Riesgo trabaja junto a Guadalajaraman (interpretado por el mismo Andrés Borghi) su sidecick en el sentido más concreto del género de acción, y debe soportar los desvaríos de un jefe con muy pocas luces y Molly, la asistente que se perfila como el interés romántico de Riesgo, quien también es un mujeriego certificado.

Andrés Borghi lleva el film a sus espaldas en su debut como director de largometraje. Previamente fue responsable de cortos como Otakus y Working Day (premiado por Peter Jackson [El señor de las Anillos] en Nueva Zelanda) y su impronta fue siempre la de presentarnos historias fantásticas con un nivel de producción envidiable para los recursos disponibles. Su primer film no es la excepción.

La producción fue hecha a todo pulmón, filmada desde 2011 y finalizada días antes de ser presentada en la 15ta edición del Buenos Aires Rojo Sangre, con el esfuerzo de un grupo de gente leal al proyecto, colaboraciones desde los ámbitos más inesperados e incluso un crowfunding en Ideame. Los buenos resultados saltan a la vista en lo que respecta a emular con fidelidad un género tan identificable como es el género de acción, artes marciales -Shaolin Soccer (2005) fue una de sus inspiraciones- y el sub-género de agentes secretos mezclado con la Buddy Cop Movie (películas de dúo de policías, como Arma Mortal , 48 Horas y la serie Martillo Hammer como máxima referencia).

El film no escatima en gastos a la hora de presentar elaboradas escenas de acción resueltas de forma creativa y agregando pizcas de humor físico en el medio, dejando en evidencia también un sólido conocimiento coreografiando escenas de pelea interesantes, y desarrollando un híbrido que encuentra su punto justo entre la acción y la comedia por partes iguales. Mención especial para los FX, la producción cuenta con 440 planos retocados digitalmente. Borghi ya había mostrado aptitud para los efectos de post-producción en sus cortos previos, y en este caso se sigue superando, lo que demuestra que muchas veces no hace falta tener un presupuesto millonario que sostenga la producción, sino buenas ideas y la creatividad suficiente para llevarlas a buen puerto. Un guión aceitado que sabe en momento ser gracioso, en que momento servir a la trama o juguetear al doble sentido con cada palabra que conforman los diálogos también posee meritos propios para ponerse al misma nivel de calidad que el departamento de Efectos Especiales.

La clave acción-humorística tal vez no apele a un público masivo, tal vez apunte directamente a fans del género con ánimo de pasar un buen rato en la sala. Es claro que no es un film para la señora que va un sábado a la tarde a ver la última de Haneke al Patio Bulrich. Pero esto no quita que más de uno se lleve una sopresa agradable al ver el gran nivel del film, amén de los gustos particulares.

Nacido para morir es una de esas películas que viene a echar por tierra ese preconcepto vetusto según el cual no se puede hacer cine de género de calidad en nuestro país. Por el contrario, las nuevas generaciones de cineastas nos demuestran con hechos concretos que las posibildades son infinitas... ya sea mediante tiros, explosiones, cyborgs nuclares, ninjas obsesionados con la limpieza, científicos locos o agentes que coquetean constantemente con el peligro.