Nace una estrella

Crítica de Mariano Patrucco - EL LADO G

La sobria dirección de Cooper, una narración clásica, la cuidada fotografía y una increíble banda sonora demuestran que las buenas historias pueden volver a contarse una y otra vez sin perder su impacto y efectividad.

Nace una Estrella (A Star is Born) es una de las historias del Hollywood clásico que más veces se han vuelto a contar. La primera versión oficial de la película data del año 1937 dirigida por William A. Wellman y protagonizada por Fredric March y Janet Gaynor (y digo oficial porque tiene enormes similitudes con Hollywood al Desnudo (What Price Hollywood?), película de 1932 dirigida por George Cukor). El propio Cukor tendría la oportunidad de dirigir una nueva versión de Nace una Estrella con la legendaria Judy Garland y el británico James Mason en los roles protagónicos. Dos décadas más tarde llegaría el momento de Barbra Streisand y Kris Kristofferson bajo la dirección de Frank Pierson.

Es en la versión de 1976 cuando se cambia el trasfondo de la historia. Mientras las primeras dos versiones nos mostraban a una aspirante a actriz que triunfa en el mundo de los musicales cinematográficos, en el film de Streisand vemos como ella ingresa por la puerta grande a la industria de la música. Con esta nueva base es que el actor Bradley Cooper (Silver Lining’s Playbook, 2012) toma la historia clásica y le agrega un giro moderno en esta nueva versión.

Jackson Maine (Bradley Cooper) es un talentoso y afamado cantante de country/rock con problemas de bebida que al caer en un bar de drags termina siendo cautivado por la voz de Ally (Lady Gaga), una camarera y aspirante a cantante que nunca tuvo su oportunidad para brillar. Juntos iniciarán un apasionado romance y Jack ayudará a Ally a forjar su carrera, pero a medida que la fama de Ally crezca la lucha contra los demonios internos de Jack se volverá cada vez más difícil.

Nace una Estrella es una película fascinante. Desde la fotografía y la música el film se plantea como un gran espectáculo emocional potenciado por el carisma y el talento de los intérpretes. Tanto Cooper como Gaga la descosen en el escenario (ambos cantando de verdad nada de lipsync) y se ponen la película al hombro. A pesar de que su papel no la exige demasiado en el aspecto dramático (parece ser un rol hecho a medida para que se luzca), la popular cantante triunfa en su primer protagonico en cine.

Cooper (más allá de una actuación sin fisuras) logra probarse como un director más que competente con una carrera a tener en cuenta. Su primera película no se siente como una opera prima sino como el producto de un cineasta experimentado, con ayuda de la fotografía de Matthew Libatique (colaborador habitual de Darren Aronofsky) que captura unos planos naturalistas de gran belleza visual. Sam Elliott cumple en un papel de reparto como el hermano mayor de Jackson Maine y protagoniza algunos de los momentos emocionales más contundentes y mejor actuados de la película.

Cooper y Gaga tienen una química innegable y transmiten una sensación de amor y admiración mutua que traspasa la pantalla. La historia toca las mismas notas que la película de Streisand y Kristofferson pero con un instrumento más moderno y armonioso. Además vuelve a traer a la mesa el debate sobre la música de corte más clásico donde el artista expresa sus sentimientos versus el pop prefabricado y superficial, motivado por las ambiciones comerciales de la industria.

La música es el alma de la película y las canciones quedarán sonando en la cabeza del espectador durante días. Pese a que la historia peca de ser predecible por momentos y narrativamente se siente algo desbalanceada (hay momentos en que los acontecimientos se apresuran innecesariamente), Nace una Estrella es una gran película con mucho corazón y excelentes interpretaciones. Que no les sorprenda verla nominada a muchos premios el próximo año.