Nace una estrella

Crítica de Manuel Germano - Ociopatas

Estas son el tipo de historias que a Hollywood le encanta contar una y otra vez. Tramas de superación, gloria, estrellato y decadencia en el mundo de la industria musical y cinematográfica.

No por ello es casualidad que “Nace una estrella” sea la quinta versión de un argumento que se inició en los años 30′, y que ha tenido remakes en los 50′ y hasta en los 70′. La fórmula nunca falla, solo hace faltar actualizar los personajes, el contexto y la música.
Grandes duplas han pasado, desde Judy Garland y James Mason, pasando por Barbra Streisand y Kris Kristofferson. Por eso, esta versión 2018 tenía un gran desafio por delante, presentar un duo que estuviese a la altura de las circunstancias.

La ópera prima de Bradley Cooper como director, lo tiene también como co-protagonista junto a la cantante norteamericana Lady Gaga. El guion fue elaborado entre el especialista de films
románticos, Will Fetters (“Lo mejor de mi”),el propio Cooper, y Eric Roth (“Forrest Gump”, “El curioso caso de Benjamin Button”). -Jackson Maine es una estrella consagrada de la música que se encuentra sumido en la adicción a las drogas y el alcohol. Tras un intenso concierto, conoce de casualidad a Ally, una cantante que
lucha por salir adelante. Justo cuando Ally está a punto de abandonar su sueño de convertirse en artista, Jack decide ayudarla en su carrera hacia la fama. Pero el camino al estrellato no sera nada sencillo.

La cinta de Bradley Cooper deja a un lado el mundo del cine (presente en las versiones anteriores), para enfocarse plenamente en el de la música, y eso la acerca mucho más en intenciones al film de 1976. Acá seguimos la vida de dos cantantes que van en sentidos opuestos, uno en decadencia, y la otra al estrellato total, chocando también tipos de música opuestos: por un lado en country/rock, y por otro el pop.

“Nace una estrella” quiere criticar el ritmo de vida de los músicos, las adicciones, pero también la superficialidad de las canciones modernas, la hipocresia de la industria musical, entre otras cosas. Y el resultado es siempre muy convincente, aún incluso cuando quiere emular la fórmula de la exitosa “LA LA Land”.

Los primeros minutos del film ya dejan en claro el estilo de película que Cooper intentará plasmar en pantalla. Hay una cámara movediza que se envuelve entre los movimientos que hace el músico
Jackson Maine arriba del escenario, los flashes de las luces que entorpecen la visión y una adrenalina propia de los conciertos. Este continuo movimiento de planos (que no se detiene nunca, o lo hace pocas veces) plantea ya de entrada un problema complejo: ¿Cómo se puede mantener el
foco de la imágen en un film lleno de velocidad? A veces la película sufre esto, porque el foquista no llega a tiempo, y ese es un conflicto que se lo genera el propio director desde su decisión de rodar la película a puro teleobjetivo, y con una cámara en mano que muchas veces no ocupa un valor estratégico dentro de la puesta en escena. De todas maneras, uno supone que al tratarse de una
ópera prima, todos estos detalles se irán puliendo en futuras experiencias como cineasta.

“Nace una estrella” tiene números musicales vibrantes, dignos de ser escuchados y vistos en pantalla grande. Todo eso es cierto, pero nada sería igual si no estuviesen en pantalla Bradley Cooper y Lady Gaga, que muestran una química extraordinaria y despliegan unas interpretaciones notables. Hace rato que Cooper viene teniendo buenos papeles, sin embargo, la revelación es Gaga,
quién luce 100% natural en buena parte del largometraje, y se aleja del divismo que uno podría esperar de este tipo de artistas.

Centrando toda la fuerza en el dúo principal, es cierto que los personajes secundarios quedan un tanto relegados y poco desarrollados (incluso algunos no aportan absolutamente nada a la trama), y
es en esos momentos donde la película pierde un poco de precisión.

Tras una primera mitad muy buena, aparece una segunda (no tan redonda) que intenta forzar la lágrima fácil y llegar a los puntos mas comúnes de los films románticos, algo que curiosamente estaba esquivando bastante bien Cooper como director.

Ya entrando a la recta final del año, se empiezan a dilucidar algunas de las producciones que dirán presente en los próximos Oscar, y esta nueva “Nace una estrella” tiene todos los boletos para estar
ahí.

Una película clásica, con Hollywood en las venas. Pura fórmula bien ejecutada que rescata la nobleza de los musicales antiguos, y lo mixtura con un poco de los aciertos que ya presentaba “LA LA Land”. Excelente música, interpretaciones, lo cual la hacen merecedora de ser vista en pantalla grande. Altamente disfrutable.

Calificación: MUY BUENA
(Escribe Fabio Albornoz, para Ociopatas)