Mujercitas

Crítica de Emiliano Fernández - Metacultura

La vida y todo lo demás

Siempre ocurre lo mismo cada vez que aparece una nueva adaptación cinematográfica de Mujercitas (Little Women, 1868/ 1869), el clásico de Louisa May Alcott que supo combinar la literatura infantil con los recursos más clásicos del melodrama y de aquellas novelas alegóricas de cadencia cristiana: como el libro se mueve en el terreno del folletín naturalista y no adopta en ningún momento la futura estructura paradigmática del cine, basada en un desarrollo in crescendo alrededor de uno o dos ejes explícitos, lo que siempre tenemos es una colección de viñetas aisladas que retratan el crecimiento de las hermanas March durante el Siglo XIX, planteo que puede exasperar a muchos espectadores -sean masculinos o femeninos- por la evidente sensación de que no ocurre nada particularmente memorable en la historia y sólo se acumulan episodios un tanto prosaicos que hacen a la cotidianidad de aquella época, lo cual por cierto fue en primera instancia el objetivo central de la autora.

Si se acepta este carácter familiero cotidiano sin demasiada pompa que recorre el trabajo, también se podrá disfrutar de las distintas películas que intentaron capturarlo dentro de una serie de traslaciones que llega hasta la presente Mujercitas (Little Women, 2019), la segunda obra como directora en solitario de la actriz Greta Gerwig luego de la excelente Lady Bird (2017). Esta séptima adaptación cinematográfica no va mucho más lejos en términos cualitativos que las anteriores, siendo la de 1994 de Gillian Armstrong el mayor punto de referencia, pero consigue un retrato ameno de la cotidianeidad de las adolescentes y su círculo de afectos en un contexto social en el que las féminas no podían trabajar ni votar ni moverse con verdadera independencia en ningún ámbito público si no era con el beneplácito de alguna figura masculina ocasional, un esquema de comportamiento que se filtra en una trama que incluye simplificaciones en cuanto a la identidad de cada muchacha.

Jo (Saoirse Ronan) es el álter ego de Alcott/ Gerwig, una chica que quiere ser escritora y tiene un carácter fuerte que la lleva a boicotear los estereotipos de la sumisión femenina, Amy (Florence Pugh) resulta algo narcisista y choca mucho con Jo, Meg (Emma Watson) disfruta de la vida doméstica y es la más conservadora de las cuatro, y finalmente Beth (Eliza Scanlen) es tímida y suele ayudar a los necesitados de Concord, en Massachusetts. Utilizando de telón de fondo a la Guerra Civil Norteamericana, el relato sigue el derrotero amoroso, familiar y hogareño de las adolescentes con una figura paterna ausente y dos matriarcas principales, la progenitora pobre Marmee (Laura Dern) y la tía rica Josephine (Meryl Streep). Si bien la protagonista tácita es Jo, la narración tiene rasgos corales y hasta se podría decir que el personaje de la señorita rebelde termina en ocasiones opacado por Amy a raíz de un triángulo amoroso en diferido entre las dos chicas y el amigo de la familia, Theodore “Laurie” Laurence (Timothée Chalamet), un joven vecino que vive en compañía de su adinerado abuelo, el Señor Laurence (Chris Cooper), y que primero le pide casamiento a Jo -quien pronto lo rechaza- y a posteriori a una Amy que termina aceptando.

Más allá del inefable fallecimiento de Beth por escarlatina y de los vaivenes del corazón de las muchachas, los cuales por supuesto incluyen el engendrar a su propia descendencia, el devenir retórico se mantiene relativamente tranquilo porque el guión de Gerwig respeta los acontecimientos de la novela de Alcott, decidiendo mecharlos de manera algo entrecruzada pero sin llegar a una reescritura radical u original. Sin lugar a dudas los dos elementos más interesantes de esta nueva adaptación son el muy buen desempeño del elenco, sobre todo de una Florence Pugh excepcional que ya pudimos ver en Lady Macbeth (2016), Luchando con mi Familia (Fighting with my Family, 2019) y Midsommar (2019), y el final, cuando la realizadora incorpora un poco de sarcasmo metadiscursivo a través de la homologación explícita entre Jo y Alcott con motivo de la negociación de la publicación de la novela entre el personaje de Saoirse Ronan y el editor de turno, el Señor Dashwood (Tracy Letts). A pesar de que ya no hay facetas por descubrir en un trabajo literario tan visitado y de por sí poco proclive a una traslación realmente abarcadora o representativa, el opus de Gerwig es bastante digno en su pantallazo por la vida mundana y todo lo demás que la circunda…