Mujercitas

Crítica de Diego Lerer - Micropsia

En esta nueva adaptación del clásico literario de Louisa May Alcott, la directora de «Lady Bird» logra, a la vez, ser fiel al texto original y modernizar sus temas e ideas tanto narrativa como cinematográficamente.

En función de las películas en las que ha actuado y en su única experiencia previa como directora (la excelente LADY BIRD) uno podía pensar que Greta Gerwig no iba rápidamente a pasar a la categoría de «cineasta que adapta un clásico literario». Es tal su impronta, si se quiere, independiente, que tomar un texto consagrado suena como un paso seguro, conservador, cuidadoso. Pero, al ver la película, a uno le queda bastante claro qué fue lo que llevó a la actriz y co-guionista de FRANCES HA a trabajar sobre este texto. Por un lado está la razón más sencilla de todas, algo que ella misma contó en varias entrevistas: el libro de Louisa May Alcott es un favorito suyo de toda la vida, de esos que se releen una y otra vez hasta saberse partes de memoria. Y, por otro, quizás el motivo más importante: tomarlo como punto de partida para dar una visión distinta, políticamente actualizada, de una historia que toca muchos de los temas de género que hoy son moneda corriente en el discurso y debate social.

En cierto modo, MUJERCITAS –en especial si se lo considera en relación a la vida y obra de Alcott, que está incluida de algún modo en la adaptación– es un texto proto-feminista escrito 150 años de las actuales discusiones. Nada más obvio que el personaje de Jo, la segunda de las cuatro hermanas y la evidente alter-ego de la autora, una chica que rechaza las tradiciones sociales de la época ya que no le interesa la idea de conocer chicos, ni participar del «circo social» de bailes y presentaciones, y no tiene ningún apuro por casarse. Lo que más le preocupa es escribir historias y su prioridad es poder venderlas como sea y así ayudar a su familia a superar sus dificultades económicas.

Florence Pugh, Saoirse Ronan y Emma Watson
En la película de Gerwig, Jo (encarnada por Saoirse Ronan) es una versión más intensa e independiente que la interpretada por Wynona Rider en la adaptación de la novela que se hizo en 1994. En la referencia más directa que la realizadora hace a la hora de borrar las distancias entre la escritora y su alter-ego ficcional, en algunos momentos de la película da la impresión que ni Ronan ni Gerwig esconden que la actriz está en realidad interpretando a la propia Alcott en todo momento. Ya verán cómo esto se implementa narrativamente en el film, pero es claro que la historia que aquí se cuenta está «enmarcada», literal y literariamente, en la propia historia de la escritora con su obra, con esta novela en particular, con su carrera y hasta con su vida.

Las otras hermanas de MUJERCITAS retienen, en mayor o menor medida, las características tradicionales de la novela original. Meg, la mayor (Emma Watson) sigue siendo la más convencional de las chicas y la que quiere más que nada casarse y formar una familia. Beth, la tercera en edad aunque aquí en apariencia la más pequeña (Eliza Scanlen), es la tímida y enfermiza, que toca el piano y prefiere quedarse gran parte del tiempo en su casa. La que gana protagonismo en esta adaptación es la menor, Amy (una excelente Florence Pugh), que en otras versiones es más que nada pedante y caprichosa mientras que aquí se trata de una chica con conciencia de que puede tomar las riendas de su propia vida y hace uso muchas veces de ese poder.

Saoirse Ronan y Timothèe Chalamet
La historia, como muchos sabrán, incluye pretendientes (un Timothée Chalamet que, a mi entender, da demasiado moderno para el contexto), la famosa Marmee, sufrida pero ejemplar madre de las niñas (Laura Dern, mejor aún para mí que en HISTORIA DE UN MATRIMONIO), la fastidiosa tía millonaria (Meryl Streep), el gran parte del tiempo ausente padre (Bob «Saul Goodman» Odenkirk) y un profesor de filosofía que, en esta adaptación, pasó de ser un aburrido alemán cuarentón a un hipster francés treintañero (Louis Garrel) en la que tal vez sea la decisión más ilógica e inconsistente de la película, no por el actor sino por lo que ese cambio implica en el desarrollo de los acontecimientos.

Hay un par de decisiones de puesta en escena y edición que, seguramente, sorprenderán a los que quieran una adaptación más tradicional. Por un lado Gerwig va y viene cronológicamente en el relato, que en todas sus versiones previas arrancaba en la niñez/adolescencia de las niñas y saltaba varios años para retomarlas ya más grandes. Aquí el relato pivotea entre los dos tiempos creando nuevos nudos dramáticos y ecos diferentes a los del texto original en una elección que puede llegar a ser un poco confusa para los que no tengan más o menos en claro los principales giros narrativos de la historia. De todos modos Gerwig hace todo lo posible –desde el uso del color, los planos, la música, etc– para que todo fluya lo mejor posible. Las otras decisiones las descubrirán al ver la película y, como dije antes, tienen que ver con la intención de modernizar y actualizar el relato por la vía de algo que podríamos llamar una ruptura del pacto ficcional.

Emma Watson, Florence Pugh, Saoirse Ronan y Eliza Scanlen
Pero estos cambios, si bien ponen en evidencia algunos temas inherentes a la novela, no alteran del todo el producto final. No se encontrarán aquí con una película de época rara que tira por la borda los parámetros de representación tradicionales del género (como podría ser, para usar un ejemplo con algunos puntos en común, la MARIA ANTONIETA de Sofía Coppola) sino con una adaptación que respeta bastante, quizás hasta demasiado, las convenciones de este tipo de relatos. Da la impresión que Gerwig quiere jugar los dos juegos a la vez y ganarlos ambos: que la película sea la MUJERCITAS que la mayoría de los espectadores conoce e imagina y, a la vez, que los que buscan una relectura/actualización de sus temas y de sus modos puedan encontrar eso también. Solo es cuestión de elegir cómo mirar.