Mujercitas

Crítica de Diego Batlle - Otros Cines

La enésima transposición de la mítica novela de Louisa May Alcott encuentra a la guionista y directora de Lady Bird dando otro paso en su consagratorio camino en Hollywood. Con el aporte de un elenco en su mayoría prodigioso y una apuesta que moderniza el relato sin jamás traicionarlo, Gerwig construye una película que se disfruta y se agradece en buena parte de su desarrollo. Con 6 nominaciones al Oscar, es junto a 1917, de Sam Mendes, la última de las 9 candidatas a Mejor Película en alcanzar su estreno comercial en los cines de Argentina.

“Hazlo corto y picante. Y si el personaje principal es una muchacha, asegúrese de que al final esté casada. O muerta, da lo mismo”, le dice el señor Dashwood, el editor literario interpretado con hilarante cinismo por el gran Tracy Letts, a Jo (una excepcional Saoirse Ronan), la joven escritora y mayor de las cuatro hermanas March que protagonizan Mujercitas.

La novela de Louisa May Alcott publicada en dos partes entre 1868 y 1869 es un clásico de la literatura femenina (y protofeminista) que abuelas y madres suelen compartir con sus nietas e hijas como una suerte de ritual, legado y mandato. Y Mujercitas tuvo ya innumerables versiones para cine y televisión (probablemente las más recordadas sean las de 1933 de George Cukor con Katharine Hepburn y la de 1994 de Gillian Armstrong con Winona Ryder), por lo que inmediatamente cualquiera está habilitado para preguntarse: ¿Por qué y para qué una nueva transposición? La respuesta (contundente) la da la guionista y realizadora Greta Gerwig (en su tercer trabajo detrás de cámara después de la codirección de Nights and Weekends y el consagratorio retrato coming-of-age de Lady Bird). Porque su Mujercitas es clásica y moderna, respetuosa y renovadora a la vez, al punto que se inscribe en la mejor tradición y al mismo tiempo parece hablarle sobre todo a la nueva generación con esta historia que reivindica las búsquedas personales por sobre los condicionamientos sociales.

Ambientada a mediados de la década de 1860, en la pequeña ciudad de Concord, Massachusetts, Mujercitas se centra en las penurias de las March mientras el padre (Bob “Saul” Odenkirk) está en el frente de batalla durante la Guerra Civil. Están la madre Marmee (interpretada con dulzura y amargura por Laura Dern) y las cuatro hijas: la heroían Jo, la más pragmática Meg (Emma Watson), Amy (la aspirante a pintora encarnada con suma ductilidad por Florence Pugh) y la pequeña Beth (un prodigio musical a cargo de Eliza Scanlen). Y rondando aparecen la tía (Meryl Streep, lejos de sus mejores trabajos) y varios hombres seductores y seducidos (se luce más el encantador Laurie de Timothée Chalamet que el insípido Friedrich de Louis Garrel).

Por momentos las ideas de guión y los diálogos resultan más interesantes que las de puesta en escena y en ciertos pasajes el permanente pendular entre el pasado y el presente luce un poco confuso (sobre todo para quienes no leyeron el libro), pero la vitalidad general de la narración y la potencia de las interpretaciones, más la elegancia de las exquisitas imágenes conseguidas con el aporte del director de fotografía Yorick Le Saux (el músico Alexander Desplat también es francés) hacen de esta Mujercitas modelo 2020 -tan tierna como desoladora- una experiencia casi siempre fascinante y disfrutable.