Mujer en guerra

Crítica de Isabel Croce - La Prensa

Una mujer fuerte y su lucha en defensa de la Tierra. Suerte de Greta adulta (recurriendo a la pequeña líder ambientalista), Halla es directora de un coro, pero secretamente, líder de sabotajes a favor de la ecología. Ella no puede permitir la sumisión a las multinacionales, la fragmentación de la tierra, la falta de respeto a conceptos como el calentamiento global.
Su lucha pasa por ayudar a que las voces de su coro canten la gloria natural de la creación y respetar el "no pasarán" de organismos que atenten contra su tierra y permitan el drama de un país que colapsó ante el exceso de deuda externa bancaria hace no más de diez años.
Ese pelear por sus ideales, que la encuentra cubierta con pieles de oveja, mamelucos y viseras que no dejan ver su rostro mientras recorre en bicicleta esa geografía pedregosa, de glaciares y montañas, es su meta.
Sin embargo todo cambia cuando una carta le confirma la posibilidad de adopción de un niño que tramitó hace cuatro años. Una pequeña ucraniana la espera en un lejano orfanato. Ahora el futuro de Halla es una incógnita.

ROL DE LA MUSICA
"Mujer en guerra" se muestra como una fábula atípica, donde los antihéroes son una mujer ya no tan joven que practica arquería con cables de alta tensión, un rebelde campesino y un misterioso compañero que la secunda a la distancia. A la excéntrica compañía se incorpora un latinoamericano "en tránsito", que siempre está cerca de los atentados y como buen sospechoso, oficia de "cabeza de turco" terminando en cualquier prisión aledaña.
Comedia loca generada por Benedikt Erlingsson, un director islandés en estado de gracia, la película, formalmente impecable hace especial hincapie en elementos musicales (David Thor Jonsson), que le dan un toque surrealista.
A la manera de la ópera "Mahagony" de Bertold Brecht y Weill o el "cinema novo" sesentista ("Dios y el diablo en la tierra del sol" con la dupla Glauber Rocha- Heitor Villa Lobos), un terceto musical nórdico y otro coral ucraniano ofician simbólicamente como acompañantes de la protagonista comentando sus experiencias. Este original recurso sumado a la exquisita fotografía de Bergsteinn Björgúlfssony y la notable actuación de Halldóra Geirharosdóttir en un doble papel, la convierten en una propuesta imprescindible para el que gusta del mejor cine.