Muerte en el Nilo

Crítica de Javier Franco - Cinéfilo Serial

Llega un nuevo jueves y las carteleras nacionales se actualizan. En esta ocasión nos convoca «Muerte en el Nilo», la nueva cinta de Kenneth Branagh. Hablamos de novedad porque ahora desembarca en las salas, pero lo cierto es que la obra está lista desde hace más de 2 años. Tal vez sea una de las cintas más accidentadas de las que logró estrenar, solo por detrás de «The new mutants» (2020). ¿Por qué tanto retraso en viajar a la pantalla grande?

Todo comenzó en el tramo final de «Asesinato en el Expreso Oriente» donde al director y protagonista (el mismo Branagh) se le ocurrió mencionar la muerte en el Nilo como enganche para una futura secuela. Como en aquella oportunidad le fue bien en taquilla, Fox aprobó la segunda aventura del detective Poirot, el personaje principal. Según el sitio Screenrant, el film se rodó sin problemas en 2018 y tenía su estreno programado para diciembre de 2019. Para mala suerte de su equipo de producción, Disney adquirió Fox y cambió su fecha por no considerarla rentable en épocas navideñas. Luego explotó la pandemia y se postergó para finales del 2020, pero el fracaso de superproducciones como «Tenet» (2020) hizo que la cinta desapareciera del mapa. Mientras tanto, estalló la polémica por las acusaciones de canibalismo contra Armie Hammer y la controversia en torno a Gal Gadot por su apoyo a Israel en redes sociales, ambos protagonistas de la obra.

Siempre que llovió, paró. Y a pesar de los múltiples inconvenientes, la historia creada por Agatha Christie vuelve a vender entradas. La célebre escritora inventó a uno de los detectives más famosos de la literatura inglesa. Se trata de Hércules Poirot, un intelectual, meticuloso y obsesivo investigador belga que protagonizó 33 novelas y 50 relatos cortos publicados entre 1920 y 1975.

La idea del bisnieto y heredero de los derechos de Christie fue impulsar una nueva serie de adaptaciones de los relatos más conocidos. Nadie mejor que Branagh para la tarea de adaptar novelas tan famosas. Él tuvo el privilegio de adaptar – satisfactoriamente – varias veces a Shakespeare, Mary Shelley e incluso a Mozart. Así llegó la ya nombrada «Asesinato en el Expreso Oriente» (2017) y aunque «Muerte en el Nilo» no se asuma como secuela desde el título, sí lo es en los hechos. De todas maneras, se puede disfrutar sin la necesidad de haber visto la primera entrega de esta saga que recién está en sus comienzos.

En esta ocasión, Poirot debe investigar un crimen a bordo de un crucero que navega por el río Nilo. Además de Gadot y Hammer, el reparto lo completa Annette Bening, Russeell Brand, Emma Mackey, Letitia Wright y Sophie Okonedo, además del director quien interpreta a Hércules. La historia se desarrolla con la elegancia y sofisticación que el relato necesita. La esencia de cada personaje es trabajada en detalle y tanto su vestuario como su atrezo (conjunto de elementos que aparecen en escena) está cuidadosamente seleccionado. En este tipo de relatos, de perfil intelectual, donde los conceptos puestos sobre la mesa, los diálogos y el tono general del film es refinado, se necesita una producción que se encuentre acorde. En ese sentido, el director es un experto. Sabe adaptar sus recursos y su forma de filmar a lo que la producción requiere. El único detalle que puede opacar el producto final es la notoriedad de sus cromas. En esa área faltó trabajo, tal vez por escases de presupuesto.

El largometraje cuenta con un primer acto bastante extenso que le solicita paciencia al espectador. Se toma el tiempo de presentar a cada personaje, plantear la ambición de cada uno y especialmente le dedica unos buenos minutos a introducir en escena a Hércules Poirot. Seguramente para que aquellos ajenos a las historias puedan meterse en tema. Una vez que pasa este segmento, aparece el crimen y se vuelve atrapante y llena de misterio. Tal vez, ese es el gran fuerte del film: trabajar en torno al misterio y guiar al espectador para que sospeche de todos y cada uno de los pasajeros del crucero. Cada uno apostará por un candidato desde el comienzo del visionado y deberá llegar al final si quiere descubrir su acierto o sorprenderse.

La astucia y obsesiones del detective lo convierten en el personaje más carismático y, como tal, es quien se lleva los mejores momentos. Sin embargo, Emma Mackey brilla en sus breves, pero elocuentes, participaciones. Deslumbra con su compromiso actoral, su sensualidad y su maravillosa presencia. La joven actriz, que sobresale en su papel coprotagónico en la serie «Sex Education», se está haciendo su propio lugar dentro de la industria.

Como dijimos anteriormente, la técnica cinematográfica es impecable y una vez iniciado el segundo acto, es adictiva. Es una tarea difícil de llevar a cabo en un ambiente tan acotado como el interior de un crucero. Pero Branagh, experimentado del ámbito teatral, se mueve como pez en el agua en esos contextos. El último rasgo digno de mención es su banda sonora, compuesta por piezas de jazz – la mayoría interpretadas en vivo – que terminan de sellar la exquisita atmósfera que destila la cinta en su conjunto. En conclusión, el metraje nos regala una buena pieza cinematográfica que cumple con su propuesta y adapta acertadamente la historia. Según el gusto de cada espectador, podrá satisfacer más o menos el visionado, pero no hay duda que el cineasta volvió a dar en el clavo con sus intenciones.