Muere monstruo muere

Crítica de John Lake - Negro&White

La argentina Muere, monstruo, muere de Alejandro Fadel, que venía con ciertos pergaminos debido a su participación en la sección Un certain regard del último Cannes, resultó un híbrido del género de terror con toques gore. Como advertencia les recomendaría para las próximas vacaciones de abstenerse de visitar cavernas o cuevas en la provincia de Mendoza, se pueden encontrar con un monstruo de larga cola con punta fálica que los puede envolver, para luego con una boca de características vaginales succionarles las manos. Una serie de cadáveres femeninos sin cabeza, personajes feos que parecen surgidos de una película de Polaco, motoqueros que rondan la zona no se sabe bien para qué, una danza de una pareja desnuda sin ton ni son, actividades paranormales con explicaciones metafísicas que quedan a mitad de camino sumado a un humor pueril (“Las montañas tienen la forma de 3 M como los chocolates”), son algunos de los ingredientes de este dislate de proporciones mayúsculas. Las presunciones van pasando de un personaje a otro, hasta que finalmente aparece el monstruo que remite a algún film de Guillermo del Toro o a la saga de Harry Potter. Para huir.