Motivación cero

Crítica de Hugo Fernando Sánchez - Tiempo Argentino

Chicas comunes en versión verde oliva

Bienvenida sorpresa proveniente del cine israelí, la opera prima de Talya Lavie elige un tono de comedia negra con dos amigas (Zohar y Daffi) que viven sus días laborales en la oficina de Recursos Humanos del ejército israelí ubicada en medio del desierto.
La película se estructura en tres partes con indicadores temáticos (situaciones, hechos), pero con los mismos sujetos actuantes (personajes). La directora, por suerte, no se deja llevar por la caracterización de estereotipos de orden castrense, sino que su pareja central, más otras mujeres que trabajan en el lugar, padecen, lloran, sufren, se aburren y en pocos momentos se las ve felices frente a un cuadro de situación donde gobierna el machismo y el orden.
En ese sentido, valiéndose de los ejes de una comedia clásica con dos amigas que se pelean y reconcilian en más de una oportunidad, el argumento de Motivación cero deja intuir una visión crítica de un sistema acomodado a un universo masculino donde las mujeres sólo sirven para limpiar los tachos de basura, sacar fotocopias, servir café y batir el récord en un juego de computadora sobre "campos minados".
Mientras Daffi espera que la envíen a Tel Aviv y Zohar no encuentra nada interesante en el destacamento militar y así perder su virginidad, un par de personajes secundarios bordean el delirio, bien lejos del realismo que requerían ciertas escenas. Por ejemplo, la rubia Irena, quien sigue los pasos de Zohar como si estuviera poseída por el demonio, o la aplicada jefa, la robusta Rama, primero a puro reto y luego compasiva hacia su grupo de reclutas de escritorio. Allí, justamente, Motivación cero se robustece como una comedia poco común.