Motivación cero

Crítica de Héctor Hochman - El rincón del cinéfilo

Mujeres al borde de un ataque de nervios

Filme estructurado en tres capítulos nominales y cada uno corresponde a sendos personajes, todos femeninos, desplegando qué motivaría su accionar en prosecución de un deseo, por lo que, de antemano, “Motivación cero” podría hasta verse, leerse, como un nombre en tono de sarcasmo de lo que el texto mismo promueve.

En realidad la película podría ser encuadrada dentro del género de comedia dramática, pues lo que desarrolla, o sea las historias, está más cerca del drama pero, por las formas que utiliza para desplegarlas, posiblemente se tenga la sensación de estar frente a una comedia acida, hasta por momentos bastante negra, pero no confundir con el humor negro.

De inicio nomás, y aunque parezca insubstancial, nos ubican espacialmente dentro del inhóspito desierto del Neguev, en una zona llamada “Mitzpe Ramón”, el “Cráter Ramón”, que posiblemente sea la mayor estructura cratérica no meteórica de la tierra, también conocida como “La Depresión de Ramón”, (no es broma), con temperaturas que oscilan los 50º centígrados, y de eso trata con mucho humor el texto. Parafraseando a Sigmund Freud quien escribió en 1925 “Inhibición, síntoma y angustia”, aquí podría intitularse “Depresión, síntoma y angustia”.

Su título en hebreo se podría traducir literalmente “Cero en relaciones humanas”, y las tres historias tienen en común el deseo de lograr objetivos personales, sin tener en cuenta ni registro del ser humano con el que deben compartir la vida diaria mientras duren sus estadías en el servicio militar.

Todo transcurre y versa sobre la vida cotidiana en una oficina de “Recursos Humanos” (esto tampoco es casual), de una unidad de soldados del ejército israelí, en el cual todo su personal es femenino.

La base se encuentra en esa remota región en el desierto del Sinaí, el que servirá como escenario para mostrar a las conscriptas en medio del papelerío, las luchas de poder entre ellas, y enfrentadas a un mundo todavía masculino y demasiado misógino.

Este es el planteo que promueve la directora de la producción en su primera incursión en el cine, sin dejar de lado la mirada femenina sobre ellas mismas.

Si bien está estructurada en capítulos, haciendo foco en cada una de las tres jóvenes que le dan nombre a las secciones, lo realiza con cambios desde el punto de vista, mientras el desarrollo de los mismos le da una impronta de continuidad narrativa, a punto tal que termina casi dándole una construcción espiralada, pues concluye casi como empezó, uniendo nuevamente las tres historias.

Lo más destacado de la producción, además de ser una muy buena radiografía de un mundo desconocido para todos aquellos que no transitamos por allí, es, en primer lugar, su posibilidad de traslación a cualquier lugar y momento de la vida, ya que lo que plantea y muestra tiene tintes de la universalidad tanto del mundo femenino como de las relaciones humanas. En segundo lugar, necesariamente, se apoya en las actuaciones de las tres protagonistas, todas convincentes, destacándose Nelly Tagar en el papel de Daffi, la heroína de la primera historia. Otro punto muy alto en la performance actoral la encontramos en un papel secundario, nunca mejor que denominarlo de soporte, a Tamara Klingon como la soldado de origen ruso Irena, increíble en sus cambios de registro, tan natural que no parece que estuviese actuando, es para tenerla en cuenta.

En definitiva, si no se hubiese elegido el tratamiento de las historias con tal nivel de comicidad satírica, se podría llegar a juzgar como insoportable, por su desesperanza.