Motivación cero

Crítica de Alejandro Lingenti - La Nación

Aguda comedia bélica israelí

Desafortunadamente, sabemos poco en la Argentina del cine israelí. La llegada de una película de ese país es un pequeño acontecimiento, y el caso de Motivación cero trae como valor añadido algunos antecedentes relevantes: ópera prima con guión terminado de ajustar en el laboratorio del Sundance, premios y elogios en varios festivales internacionales, excelente rendimiento en la taquilla de su país. La película está ambientada en una base militar israelí perdida en medio del desierto. Allí, para ser honestos, no sobra la acción. La película debe inventar un tema en ese lugar donde pasa poco y nada. Y lo hace, con Cero en conducta, de Jean Vigo, y M*A*S*H, de Robert Altman, como modelos potenciales.

El alma de la historia es la amistad entre dos chicas, Zohar y Daffi, que cumplen el servicio militar obligatorio en su país en un lugar plagado de burocracias inútiles. Sufren, además, las constantes presiones de Rama, una superior siempre al borde del ataque de nervios y concentrada casi exclusivamente en un ascenso de escalafón. Zohar juega obsesivamente al dragaminas, tiene un carácter volcánico y es virgen. Daffi, bicho de ciudad, pretende volver cómo sea a Tel Aviv y escapar de esa oficina en la que su principal responsabilidad es triturar papeles. La película -basada en las vivencias de la directora y dividida en tres capítulos- no abunda en detalles sobre la historia precedente de sus personajes, lo que invita al espectador a imaginarlos a partir de la información que revelan sus conductas en ese mundo opresivamente cerrado.