Moonfall

Crítica de Ignacio Dunand - El Destape

Una película idiota sin pies ni cabeza

El popular Roland Emmerich (Día de la Independencia, El día después de mañana) parece haber perdido el eje de las buenas historias. Eso queda evidenciado en Moonfall, pésima aventura de ciencia ficción y cine catástrofe.

Es francamente difícil sentirse asqueado por una película, porque aún las más flojas tienen algún encanto irónico. No es el caso de Moonfall, lo nuevo de Roland Emmerich -creador de entretenidos blockbusters de cine catástrofe como Día de la Independencia y El día después de mañana- que cae por el barranco de los excesos, en una trama sin pies ni cabeza. El mejunje creado no es más que un producto mal hecho que produce fátiga visual. Un espectáculo malo y triste que subestima espectadores.

Todo arranca con una expedición. Dos astronautas refaccionan una nave espacial, hasta que una tenebrosa nube negra irrumpe en la aparente calma del espacio. La pesadilla culmina con un muerto, un misterio cajoneado por la NASA y con Brian Harper (Patrick Wilson) -uno de los astronautas involucrados en el episodio- fuera del organismo por exponer su teoría en torno al ataque. Del otro lado está su compañera, Jo Fowler (Halle Berry), quien tomó acción pasiva durante el proceso y construyó una sólida carrera en la Agencia. Si bien ella no es la primera en advertir la hecatombe desastrosa que se avecina, sí es una de las heroínas de este cuento absurdo.

Moonfall es un festival del sin sentido que se agencia fórmulas de obras y cineastas que exploraron la ciencia ficción con buenos resultados (como Christopher Nolan y sus intrincados giros narrativos), sin un desarrollo cariñoso hacía la historia que intenta llevar adelante. No se entiende de qué cerebro pudo haber salido un guión tan plano y tan malo. Los personajes (algunos son caricaturas realmente insoportables) se empeñan en tomar las decisiones más estúpidas que el espectador pueda imaginar. Uno de los ejemplos más burdos reside en el último tramo de la cinta: en medio de una persecución, los protagonistas se toman un prudente tiempo para ser reflexivos y 'sentimentaloides', mientras el desastre les pisa los talones. Luego de alguna línea superficial, emprenden el escape minutos antes de una muerte asegurada.

La nueva experiencia del cineasta alemán puede traducirse a una sentencia alegórica y divertida de leer y no tanto de visualizar: Moonfall es una ambiciosa misión al espacio que no traspasa la capa de ozono, destruyéndose al instante.