Montenegro

Crítica de Paraná Sendrós - Ámbito Financiero

“Montenegro”: un viaje a la soledad

Juan de Dios Manuel Montenegro, 71 años. Cuatro perros: Mugre, Barba, Blanco y Coluda. Ningún pariente. Un solo vecino, y valga la aclaración: no amigo, sino vecino. «Soy de muchas amistades, pero amigo, no», dice el hombre. Su hogar es una casa sencilla en una isla del Delta entrerriano sobre el Gualeguay. Ahí vive con perros y chanchos. De ahí sale a pescar. El vecino lo acompaña, lo asiste, bromean un poco, cenan juntos. No siempre.

Tampoco es siempre agradable oír sus comentarios a cámara, no confesiones, porque no está arrepentido ni dolorido. La vida en la isla es dura. Y peor si uno eligió vivir en soledad. Ese es el hombre que Jorge Gaggero, su sonidista y su camarógrafo, visitaron casi todos los fines de semana a lo largo de tres años, venciendo su reticencia. Años atrás Gaggero se dio a conocer por la muy buena comedia «Cama adentro», pero luego, en vez de seguir la fácil, se dedicó a la observación documental, cada vez mejor hecha, de personajes desarraigados, con «Vida en Falcon», «Botnia» (vista solo en cable) y lo que ahora apreciamos: el retrato de un hombre abstraído en sus pensamientos o sus recuerdos, voluntariamente aislado, casi autosuficiente.

Casi. Porque él vive solo pero la vejez no viene sola. Ya una vez se fue al agua, lo hemos visto. Y aunque no pierda la compostura, y se siga golpeando el dedo como si tal cosa, «a ver si se coloca», otros vecinos lo alertan. Habrá una pequeña temporada en el pueblo cercano, compartirá la vida de hogar con otra gente mientras va al hospital, donde lo quieren internar. ¿Pero se mudará, habrá un cambio definitivo en sus costumbres?

La película, breve, sencilla, nos hace sentir literalmente como si estuviéramos en la isla. Como si pudiéramos acompañar y entender a ese hombre de temple antiguo y medio huraño. De esos que ya van quedando pocos. Abre y cierra la historia una enorme torre de alta tensión, que le es ajena. No la necesita. Y mientras vemos la torre, se siente el sonido del agua. Por ahí pasa una lancha, como pasa la vida.