Montenegro

Crítica de Juan Carlos Fontana - La Prensa

El valor de la independencia

El filme tiene una emotividad sosegada, la lente del realizador parece espiar al protagonista y cuando la historia crece se transforma en algo tan misterioso e intangible como el destino que no se puede dominar.

Los perdedores, los que viven situaciones límite en sus vidas, o se resignan a un nuevo presente, parecen ser los personajes que más le atraen al argentino Jorge Gaggero.

Así lo demostró en sus dos filmes anteriores. En "Cama adentro", Norma Aleandro, hacía el papel de una mujer de cierta posición económica, que pierde todo y termina yéndose a vivir con su mucama. Mientras que en su documental "La vida en Falcon", registró la historia de dos vecinos del barrio de Núñez, que ante las secuelas que dejó la crisis de 2001 terminan viviendo en sus Ford Falcon.

El título de la película es el del apellido de Juan de Dios Manuel Montenegro, un anciano que vive junto a sus perros en una casucha de una isla cercana a Gualeguaychú.

El hombre tiene un vecino, César, que es dueño de un bote y con quien Montenegro hace un trueque: a cambio de la embarcación para pescar, él cocina y para comer. Pero, por un tonto intercambio de palabras, los hombres se separan. César se va a trabajar como cuidador de un galpón en la ciudad y Montenegro se queda solo, comiendo lo que puede y empeora el dolor en una de sus piernas.

LO INTANGIBLE

Un sobrino intenta convencerlo de que viaje a la ciudad, se hospede en su casa y vaya al hospital. Montenegro sabe que si va a ver a un médico, lo van a dejar internado y él siente que eso es como estar preso y se niega.
"Montenegro", según como se lo observe, puede ser un perdedor o un ganador, porque paga con su soledad, el precio de ser independiente.

Si bien la película es un documental, también puede decirse que el director registró solo aquellos momentos que servían al propósito de su historia: convertir la soledad de un anciano en la trama del ocaso de una vida.

El filme tiene una emotividad sosegada, la lente del realizador parece espiar al protagonista y cuando la historia crece se transforma en algo tan misterioso e intangible como el destino que no se puede dominar.