Monos

Crítica de Matias Seoane - Alta Peli

Subcomandante de las moscas

Perdidos en una montaña indefinida que solo se distingue de otras por la existencia de unas ruinas que ofician de cuartel, prisión y búnker para el grupo, los Monos tienen la misión de custodiar a una valiosa rehén extranjera hasta que la Organización negocie un rescate que justifique su devolución.

Durante el día entrenan y cumplen sus funciones como soldados del regimiento informal, fingiendo una adultez que la noche demuestra que no tienen. Allí se permiten abandonarse a sus impulsos hedonistas alimentados por el alcohol.

Con nombres de guerra y un pasado del que parece estar prohibido hablar, este grupo de adolescentes pasa los días en un contexto de violencia real y simbólica donde es difícil saber hasta dónde son carceleros, o si son solo rehenes con un poco más de libertad y menos valor que la Doctora que encarna Julianne Nicholson (Iniciales SG), a quien deben custodiar para que la Organización logre cobrar un rescate.

Escasos de disciplina y motivación, la moral sufre un duro golpe cuando se produce una muerte entre ellos. Todo se desbarranca cuando un intento de rescate los fuerza a relocalizarse en la jungla, donde una serie de conflictos entre ellos deteriora los ya de por sí tenues vínculos de lealtades y camaradería que los mantenía unidos como grupo.

El Horror

En sí la historia que narra Monoses bastante acotada y parece casi no avanzar durante gran parte del metraje, pero es en realidad una excusa para todo lo que cuenta en segundo plano.

Con una crudeza incómoda, no importa realmente quiénes son esos jóvenes ni cómo o por qué llegaron hasta esa situación. Incluso en un principio es difícil identificarlos o distinguirlos entre sí. Sacados de la sociedad para ser puestos a sobrevivir en una estructura que premia la obediencia al superior, la traición al compañero y el uso de la violencia como único recurso, quedan despersonalizados y son figuritas reemplazables para la Organización de la que supuestamente forman parte importante, pero para la que es evidente que no valen más que las armas que cargan.

Parece intencional que se oculte el trasfondo político de la historia. Sin hacer explícito a qué tendencia ni con qué excusas este grupo armado hace lo que hace, nos recuerda que en el fondo es irrelevante porque las atrocidades cruzan todo el espectro ideológico.

Esta clase de propuestas son muy difíciles de sostener sin un aceitado trabajo en todas esas otras áreas fundamentales que muchas veces el cine menosprecia a un segundo plano. No es el caso de Monos, que narra y golpea tanto o más con la imagen o el sonido que con las actuaciones de sus personajes.

La belleza de algunos planos que parecen cuadros, contrasta con lo horrible de lo que están mostrando. Los gritos taladran los oídos buscando provocar un desagrado e incomodidad que impida subestimar o naturalizar la crudeza casi animal de lo que está padeciendo este grupo de adolescentes asilvestrados: cuando las reglas y jerarquías se difuminan no tardan mucho en caer en la crueldad y la violencia.

Indagando un poco entre el equipo técnico aparecen un par de nombres vinculados a grandes producciones internacionales a los que no suele tener acceso el cine latino, y eso explica en buena medida el impactante resultado final, comprobando que a veces lo que falta no es talento sino recursos económicos para poder materializar esas visiones.